Lista de puntos
Ayúdame a pedir una nueva Pentecostés, que abrase otra vez la tierra.
¡Vocaciones, Señor, más vocaciones! No me importa si la siembra fue mía o de otro —¡sembraste Tú, Jesús, con nuestras manos!—; sólo sé que nos has prometido la madurez del fruto: «et fructus vester maneat!» —que vuestro fruto será duradero.
Agradece al Señor el enorme bien que te ha otorgado, al hacerte comprender que “sólo una cosa es necesaria”. —Y, junto a la gratitud, que no falte a diario tu súplica, por los que aún no le conocen o no le han entendido.
Comunión de los Santos: bien la experimentó aquel joven ingeniero cuando afirmaba: “Padre, tal día, a tal hora, estaba usted pidiendo por mí”.
Esta es y será la primera ayuda fundamental que hemos de prestar a las almas: la oración.
“Reza por mí”, le pedí como hago siempre. Y me contestó asombrado: “¿pero es que le pasa algo?”
Hube de aclararle que a todos nos sucede o nos ocurre algo en cualquier instante; y le añadí que, cuando falta la oración, “pasan y pesan más cosas”.
Más consigue aquél que importuna más de cerca… Por eso, acércate a Dios: empéñate en ser santo.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/1891/ (08/05/2024)