Lista de puntos
El Señor tiene derecho —y cada uno de nosotros obligación— a que “en todo instante” le glorifiquemos. Luego, si desperdiciamos el tiempo, robamos gloria a Dios.
Una impaciente y desordenada preocupación por subir profesionalmente, puede disfrazar el amor propio so capa “de servir a las almas”. Con falsía —no quito una letra—, nos forjamos la justificación de que no debemos desaprovechar ciertas coyunturas, ciertas circunstancias favorables…
Vuelve tus ojos a Jesús: El es “el Camino”. También durante sus años escondidos surgieron coyunturas y circunstancias “muy favorables”, para anticipar su vida pública. A los doce años, por ejemplo, cuando los doctores de la ley se admiraron de sus preguntas y de sus respuestas… Pero Jesucristo cumple la Voluntad de su Padre, y espera: ¡obedece!
—Sin perder esa santa ambición tuya de llevar el mundo entero a Dios, cuando se insinúen esas iniciativas —ansias quizá de deserción—, recuerda que también a ti te toca obedecer y ocuparte de esa tarea oscura, poco brillante, mientras el Señor no te pida otra cosa: El tiene sus tiempos y sus sendas.
Fatuos y soberbios se demuestran todos aquéllos que abusan de su situación de privilegio —dada por el dinero, por el linaje, por el grado, por el cargo, por la inteligencia…—, para humillar a los menos afortunados.
Murmuran. Y luego ellos mismos se encargan de que alguno venga enseguida a contarte el “se dice”… —¿Villanía? —Sin duda. Pero no me pierdas la paz, ya que ningún daño podrá hacerte su lengua, si trabajas con rectitud… —Piensa: ¡qué bobos son, qué poco tacto humano tienen, qué falta de lealtad con sus hermanos…, y especialmente con Dios!
Y no me caigas tú en la murmuración, por un mal entendido derecho de réplica. Si has de hablar, sírvete de la corrección fraterna, como aconseja el Evangelio.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/2059/ (08/05/2024)