Lista de puntos
La prueba, no lo niego, resulta demasiado dura: tienes que ir cuesta arriba, a “contrapelo”.
—¿Qué te aconsejo? —Repite: «omnia in bonum!», todo lo que sucede, “todo lo que me sucede”, es para mi bien… Por tanto —ésta es la conclusión acertada—: acepta eso, que te parece tan costoso, como una dulce realidad.
Un remedio contra esas inquietudes tuyas: tener paciencia, rectitud de intención, y mirar las cosas con perspectiva sobrenatural.
Aleja enseguida de ti —¡si Dios está contigo!— el temor y la perturbación de espíritu…: evita de raíz esas reacciones, pues sólo sirven para multiplicar las tentaciones y acrecentar el peligro.
Si —por tener fija la mirada en Dios— sabes mantenerte sereno ante las preocupaciones, si aprendes a olvidar las pequeñeces, los rencores y las envidias, te ahorrarás la pérdida de muchas energías, que te hacen falta para trabajar con eficacia, en servicio de los hombres.
Cuando se está a oscuras, cegada e inquieta el alma, hemos de acudir, como Bartimeo, a la Luz. Repite, grita, insiste con más fuerza, «Domine, ut videam!» —¡Señor, que vea!… Y se hará el día para tus ojos, y podrás gozar con la luminaria que El te concederá.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/2502/ (08/05/2024)