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Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Visión sobrenatural .

La entrega es el primer paso de una carrera de sacrificio, de alegría, de amor, de unión con Dios. —Y así, toda la vida se llena de una bendita locura, que hace encontrar felicidad donde la lógica humana no ve más que negación, padecimiento, dolor.

¡Qué ridícula actitud la de los pobrecitos hombres, cuando negamos una y otra vez pequeñeces al Señor! Pasa el tiempo, las cosas se van viendo con su verdadero relieve,… y nacen la vergüenza y el dolor.

Estás pasando unos días de alborozo, henchida el alma de sol y de color. Y, cosa extraña, ¡los motivos de tu gozo son los mismos que otras veces te desanimaban!

Es lo de siempre: todo depende del punto de mira. —«Laetetur cor quaerentium Dominum!» —cuando se busca al Señor, el corazón rebosa siempre de alegría.

¡Qué diferencia entre esos hombres sin fe, tristes y vacilantes en razón de su existencia vacía, expuestos como veletas a la “variabilidad” de las circunstancias, y nuestra vida confiada de cristianos, alegre y firme, maciza, en razón del conocimiento y del convencimiento absoluto de nuestro destino sobrenatural!

Con Dios, pensaba, cada día me parece más atractivo. Voy viviendo a “cachitos”. Un día considero magnífico un detalle; otro, descubro un panorama que antes no había advertido… A este paso, no sé lo que ocurrirá con el tiempo.

Luego, he notado que El me aseguraba: pues cada día será mayor tu contento, porque ahondarás más y más en la aventura divina, en el “lío” tan grande en que te he metido. Y comprobarás que Yo no te dejo.

No seáis almas de vía estrecha, hombres o mujeres menores de edad, cortos de vista, incapaces de abarcar nuestro horizonte sobrenatural cristiano de hijos de Dios. ¡Dios y audacia!

Mientras hablábamos, afirmaba que prefería no salir nunca del chamizo donde vivía, porque le gustaba más contar las vigas de “su” cuadra que las estrellas del cielo.

—Así son muchos, incapaces de prescindir de sus pequeñas cosas, para levantar los ojos al cielo: ¡ya es hora de que adquieran una visión de más altura!

¡Parece mentira que se pueda ser tan feliz en este mundo donde muchos se empeñan en vivir tristes, porque corren tras su egoísmo, como si todo se acabara aquí abajo!

—No me seas tú de ésos…, ¡rectifica en cada instante!

Se obedece con los labios, con el corazón y con la mente. —Se obedece no a un hombre, sino a Dios.

Para que aprendas. —A aquel noble varón, docto y recio, le hice notar en una ocasión memorable cómo, por defender una causa santa que los “buenos” impugnaban, se jugaba —iba a perderlo— un alto puesto en su mundo. —Con voz llena de gravedad humana y sobrenatural, que despreciaba los honores de la tierra, me contestó: “me juego el alma”.

Cuando se piensa con la mente clara en las miserias de la tierra, y se contrasta ese panorama con las riquezas de la vida con Cristo, a mi juicio, no se encuentra más que una palabra que califique —con expresión rotunda— el camino que elige la gente: necedad, necedad, necedad.

La mayoría de los hombres no es que nos equivoquemos; nos sucede algo bastante peor: somos tontos de remate.

Pon mucha visión sobrenatural en todos los detalles de tu vida ordinaria, te aconsejé. Y añadí inmediatamente: la convivencia te ofrece muchas ocasiones, a lo largo del día.

Referencias a la Sagrada Escritura