Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Confianza → confianza en Dios.

No te conduzcas como ésos que se asustan ante un enemigo que sólo tiene la fuerza de su “voz agresiva”.

Algunos llaman imprudencia y atrevimiento a la fe y a la confianza en Dios.

¡Es una locura confiar en Dios…!, dicen. —¿Y no es más locura confiar en sí mismo, o en los demás hombres?

¡Qué diferencia entre esos hombres sin fe, tristes y vacilantes en razón de su existencia vacía, expuestos como veletas a la “variabilidad” de las circunstancias, y nuestra vida confiada de cristianos, alegre y firme, maciza, en razón del conocimiento y del convencimiento absoluto de nuestro destino sobrenatural!

Los problemas que antes te acogotaban —te parecían altísimas cordilleras— han desaparecido por completo, se han resuelto a lo divino, como cuando el Señor mandó a los vientos y a las aguas que se calmaran.

—¡Y pensar que todavía dudabas!

Te encuentras en una actitud que te parece bastante rara: por una parte, achicado, al mirar para adentro; y, por otra, seguro, animado, al mirar para arriba.

—No te preocupes: es señal de que te vas conociendo mejor y, ¡esto sí que importa!, de que le vas conociendo mejor a El.

¿Has visto? —¡Con El, has podido! ¿De qué te asombras?

—Convéncete: no tienes de qué maravillarte. Confiando en Dios —¡confiando de veras!—, las cosas resultan fáciles. Y, además, se sobrepasa siempre el límite de lo imaginado.

Para ti, que vacilas, copio de una carta: “De aquí en adelante, quizá siga siendo el mismo instrumento inepto de siempre. A pesar de esto, habrá cambiado el planteamiento y la solución del problema de mi vida; porque hay en mí un deseo, firme, de perseverancia… ¡hasta siempre!”.

—Nunca dudes de que El jamás falla.

Cuando el que manda es negativo y desconfiado, fácilmente cae en la tiranía.

Sin el Señor no podrás dar un paso seguro. —Esta certeza de que necesitas su ayuda, te llevará a unirte más a El, con recia confianza, perseverante, ungida de alegría y de paz, aunque el camino se haga áspero y pendiente.

Nunca te habías sentido más absolutamente libre que ahora, que tu libertad está tejida de amor y de desprendimiento, de seguridad y de inseguridad: porque nada fías de ti y todo de Dios.

Fomenta, en tu alma y en tu corazón —en tu inteligencia y en tu querer—, el espíritu de confianza y de abandono en la amorosa Voluntad del Padre celestial… —De ahí nace la paz interior que ansías.