Lista de puntos

Hay 3 puntos en «Amigos de Dios» cuya materia es Apostolado → apostolado de amistad y confidencia.

El colirio de la propia debilidad

Vosotros, como yo, os encontraréis a diario cargados con muchos errores, si os examináis con valentía en la presencia de Dios. Cuando se lucha por quitarlos, con la ayuda divina, carecen de decisiva importancia y se superan, aunque parezca que nunca se consigue desarraigarlos del todo. Además, por encima de esas debilidades, tú contribuirás a remediar las grandes deficiencias de otros, siempre que te empeñes en corresponder a la gracia de Dios. Al reconocerte tan flaco como ellos –capaz de todos los errores y de todos los horrores–, serás más comprensivo, más delicado y, al mismo tiempo, más exigente para que todos nos decidamos a amar a Dios con el corazón entero.

Los cristianos, los hijos de Dios, hemos de asistir a los demás llevando a la práctica con honradez lo que aquellos hipócritas musitaban aviesamente al Maestro: no miras a la calidad de las personas12. Es decir, rechazaremos por completo la acepción de personas –¡nos interesan todas las almas!–, aunque, lógicamente, hayamos de comenzar por ocuparnos de las que por una circunstancia o por otra –también por motivos solo humanos, en apariencia– Dios ha colocado a nuestro lado.

Se termina el trayecto al encontrar la aldea, y aquellos dos que –sin darse cuenta– han sido heridos en lo hondo del corazón por la palabra y el amor del Dios hecho Hombre, sienten que se vaya. Porque Jesús les saluda con ademán de continuar adelante43. No se impone nunca, este Señor Nuestro. Quiere que le llamemos libremente, desde que hemos entrevisto la pureza del Amor, que nos ha metido en el alma. Hemos de detenerlo por fuerza y rogarle: continúa con nosotros, porque es tarde, y va ya el día de caída44, se hace de noche.

Así somos: siempre poco atrevidos, quizá por insinceridad, o quizá por pudor. En el fondo, pensamos: quédate con nosotros, porque nos rodean en el alma las tinieblas, y solo Tú eres luz, solo Tú puedes calmar esta ansia que nos consume. Porque «entre las cosas hermosas, honestas, no ignoramos cuál es la primera: poseer siempre a Dios»45.

Y Jesús se queda. Se abren nuestros ojos como los de Cleofás y su compañero, cuando Cristo parte el pan; y aunque Él vuelva a desaparecer de nuestra vista, seremos también capaces de emprender de nuevo la marcha –anochece–, para hablar a los demás de Él, porque tanta alegría no cabe en un pecho solo.

Camino de Emaús. Nuestro Dios ha llenado de dulzura este nombre. Y Emaús es el mundo entero, porque el Señor ha abierto los caminos divinos de la tierra.

Con los Santos Ángeles

Pido al Señor que, durante nuestra permanencia en este suelo de aquí, no nos apartemos nunca del caminante divino. Para esto, aumentemos también nuestra amistad con los Santos Ángeles Custodios. Todos necesitamos mucha compañía: compañía del Cielo y de la tierra. ¡Sed devotos de los Santos Ángeles! Es muy humana la amistad, pero también es muy divina; como la vida nuestra, que es divina y humana. ¿Os acordáis de lo que dice el Señor?: ya no os llamo siervos, sino amigos46. Nos enseña a tener confianza con los amigos de Dios, que moran ya en el Cielo, y con las criaturas que con nosotros conviven, también con las que parecen apartadas del Señor, para atraerlas al buen sendero.

Terminaré repitiendo con San Pablo a los Colosenses: no cesamos de orar por vosotros y de pedir a Dios que alcancéis pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual47. Sabiduría que proporciona la oración, la contemplación, la efusión del Paráclito en el alma.

A fin de que sigáis una conducta digna de Dios, agradándole en todo, produciendo frutos de toda especie de obras buenas y adelantando en la ciencia de Dios; corroborados en toda suerte de fortaleza por el poder de su gracia, para tener siempre una perfecta paciencia y longanimidad acompañada de alegría; dando gracias a Dios Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la suerte de los santos, iluminándonos con su luz; que nos ha arrebatado del poder de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo muy amado48.

Notas
12

Mt XXII, 16.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
43

Lc XXIV, 28.

44

Lc XXIV, 29.

45

S. Gregorio Nacianceno, Epistolae, 212 (PG 37, 349).

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
46

Ioh XV, 15.

47

Col I, 9.

48

Col I, 10-13.

Referencias a la Sagrada Escritura