Lista de puntos

Hay 6 puntos en «Cartas II» cuya materia es Obra de San Rafael → otras actividades .

Junto a estos medios tradicionales, que no han de faltar nunca, habrá una serie de actividades culturales, científicas, artísticas, deportivas, etc., que permitirán acercar a nuestro apostolado un gran número de personas jóvenes. No olvidéis que nos interesan todas las almas: hemos de abrirnos en abanico, para llevar la luz de la buena doctrina a todas partes.

Aunque al principio no serán a veces demasiados los muchachos que luego asistan a los Cursos de Formación –porque esto exige ya un cierto grado de madurez–, al participar en esas otras actividades, alrededor de la obra de San Rafael, os darán ocasión para ayudarles, completando algunos aspectos de su formación humana, cultural, profesional, religiosa; y para prepararles a llegar, de algún modo, a estar en condiciones de ser selectos.

Las posibles iniciativas son innumerables: hay una amplia libertad

Son innumerables, en su diversidad, las labores que pueden organizarse en y desde nuestras casas. Ya lo habéis visto en estos años, hijas e hijos míos, y lo veréis aún mejor en el futuro, al extenderse nuestro apostolado –con la gracia de Dios– por toda la tierra.

No he querido nunca ataros, sino que, por el contrario, he procurado que obréis con una gran libertad. En vuestra acción apostólica habéis de tener iniciativa, dentro del margen amplísimo que señala nuestro espíritu, para encontrar –en cada lugar, en cada ambiente y en cada tiempo– las actividades que mejor se acomoden a las circunstancias de los jóvenes que se tratan.

Para estudiantes universitarios, tertulias culturales; para otras personas no intelectuales, un club deportivo; para jóvenes campesinos, clases prácticas de agricultura; etc., etc. Son variadísimas las posibilidades, pero tienen siempre un rasgo común: son labores laicales, seculares, propias de nuestro modo apostólico específico; y no son jamás actividades eclesiásticas, ni labores oficiales de la Iglesia.

Procuramos facilitar medios que sean formativos, que sean del gusto de la gente, a la que van dirigidos, y que sirvan para conocer a esas personas, para tratarlas y para acercarlas al calor de nuestro espíritu y a la luz de la doctrina de Jesucristo. Es precisamente este conjunto de actividades lo que da a la obra de San Rafael una perfecta adaptabilidad en cualquier circunstancia. Nuestra labor con la juventud –podemos decir– es un traje hecho a la medida de cada tiempo y de cada lugar.

Las actividades culturales, los ciclos de conferencias, los cursos monográficos, etc., habrán de ser siempre ocasión para enseñar buena doctrina: divulgar con naturalidad los principios del derecho público eclesiástico, de la doctrina social de la Iglesia; dar a conocer los derechos y los deberes de los católicos en la vida pública, en la vida profesional, en la vida familiar.

Se pueden tener también cambios de impresiones sobre temas de especial actualidad, pero habréis de poner entonces un empeño particular en seguir el criterio que os he dado: las cosas se estudian, no se discuten, y solo enseña el que tiene la preparación necesaria para hacerlo.

Quienes tomen parte habrán de estudiar previamente, con sentido de responsabilidad –sin improvisaciones ni ligerezas–, la materia de que se va a tratar, y deberán escuchar con serenidad opiniones contrarias a las suyas, con amor a la libertad de los demás –en todo lo que es opinable– y con esmero grande en la caridad.

Como un medio formativo más, puede ser conveniente tener en algunas de nuestras Residencias cine de buena calidad –moral y artística–, quizá formando un club, abonando los socios sus respectivas cuotas, de modo que esta actividad no represente una carga para la casa.

Es más, muchas de estas labores realizadas en torno a la obra de San Rafael deben ser una ayuda para el sostenimiento del Centro, viviendo siempre con los chicos el apostolado de no dar, porque lo que no cuesta, no se estima.

También habría que pensar en organizar sesiones de carácter literario, conciertos y otras actividades artísticas, con el fin de tratar a chicos que frecuenten círculos de esa clase, conservatorios de música, escuelas de bellas artes, etc. Es este un apostolado urgente, y de extraordinaria eficacia: sit mihi carmen istud pro testimonio34, que sea también el arte en todas sus manifestaciones testimonio vivo de nuestra fe católica, suave y poderoso estímulo que empuje las almas a Dios.

Suelen ser también útiles las excursiones, para estrechar la amistad con los chicos y conocerlos mejor. Les hace bien salir de vez en cuando de su ambiente habitual de estudio o de trabajo. El motivo puede ser una visita a un lugar de interés histórico o cultural, o un simple paseo por el campo, siempre que sea una cosa razonable, proporcionada –no se trata de poner a prueba su resistencia física–, y de acuerdo con su propensión.

Con pillería santa, es fácil encontrar –en esas ocasiones– momentos para una confidencia más íntima con los chicos, para hacer una breve práctica religiosa, y abrir a sus ojos insospechados horizontes de santidad y de apostolado.

Aprovechando unos días de vacaciones, se podrán organizar también campamentos, que tengan el tono de nuestras casas. Allí podréis enseñarles de modo práctico tantos pequeños detalles de preocupación por los demás, les ayudaréis a cultivar las virtudes humanas, y con toda naturalidad vivirán con vosotros algunas de nuestras Normas de piedad.

Donde es costumbre que los estudiantes trabajen durante los meses en los que se cierra la universidad, se podrá pensar también en que algunas personas o empresas organicen trabajos para el tiempo de vacaciones, con el fin de ofrecer a los chicos ocupación remunerada, y tener así la oportunidad de seguir formándolos.

No hay inconveniente en constituir grupos de trabajo durante el verano, pagando lo necesario a quienes lo necesiten, porque otros se ofrecerán gratuitamente. Con esto podremos lograr algunas veces tener un instrumento material más de apostolado –una pequeña casa, un refugio, etc.–, y además realizar labores de índole benéfica construyendo, por ejemplo, viviendas en el campo o en la ciudad, para necesitados; haciendo tareas concretas en hospitales o escuelas, etc.; o un instrumento cultural –excavaciones, labores de investigación– dirigidas por algunos amigos, por ejemplo, donde puedan participar los chicos de San Rafael.

Siempre encontraremos la fórmula oportuna. Otra tarea, por ejemplo, que puede servir de medio para la obra de San Rafael –no os parezca una tontería– es recoger y restaurar muebles, trastos viejos, que desinfectados y rehechos con arte nos ahorrarán dinero, a la hora de montar una nueva casa.

No se debe descuidar, en cada país, el apostolado con estudiantes extranjeros, que es una manifestación más de la universalidad de nuestro espíritu. Hemos de dirigirnos a todos, a católicos y a no católicos, sin discriminación de raza o de lengua.

Muchos llegarán a tener cariño a la Obra, y algunos recibirán la gracia de la conversión, y aun la de la vocación: y así, abriréis a la vez camino para que nuestro apostolado se extienda a otras tierras.

Notas

Sobre el significado del “apostolado de no dar” ver glosario (N. del E.).

34

Dt 31,19.

Referencias a la Sagrada Escritura