Lista de puntos

Hay 6 puntos en «Forja» cuya materia es Esperanza → la Virgen, Esperanza nuestra .

Dirígete a la Virgen, y pídele que te haga el regalo —prueba de su cariño por ti— de la contrición, de la compunción por tus pecados, y por los pecados de todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, con dolor de Amor.

Y, con esa disposición, atrévete a añadir: Madre, Vida, Esperanza mía, condúceme con tu mano…, y si algo hay ahora en mí que desagrada a mi Padre-Dios, concédeme que lo vea y que, entre los dos, lo arranquemos.

Continúa sin miedo: ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen Santa María!, ruega por mí, para que, cumpliendo la amabilísima Voluntad de tu Hijo, sea digno de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesús.

Llénate de seguridad: nosotros tenemos por Madre a la Madre de Dios, la Santísima Virgen María, Reina del Cielo y del Mundo.

Pido a la Madre de Dios que nos sepa, que nos quiera sonreír…, y nos sonreirá.

Y, además, en la tierra premiará nuestra generosidad con el mil por uno: ¡el mil por uno, le pido!

—Mucho he pedido a la Señora, me asegurabas. Y te corregías: digo mal, mucho he expuesto a la Señora.

Madre nuestra, ¡nuestra Esperanza!, ¡qué seguros estamos, pegaditos a Ti, aunque todo se bambolee!

Ponte en coloquio con Santa María, y confíale: ¡oh, Señora!, para vivir el ideal que Dios ha metido en mi corazón, necesito volar… muy alto, ¡muy alto!

No basta despegarte, con la ayuda divina, de las cosas de este mundo, sabiendo que son tierra. Más incluso: aunque el universo entero lo coloques en un montón bajo tus pies, para estar más cerca del Cielo…, ¡no basta!

Necesitas volar, sin apoyarte en nada de aquí, pendiente de la voz y del soplo del Espíritu. —Pero, me dices, ¡mis alas están manchadas!: barro de años, sucio, pegadizo…

Y te he insistido: acude a la Virgen. Señora —repíteselo—: ¡que apenas logro remontar el vuelo!, ¡que la tierra me atrae como un imán maldito! —Señora, Tú puedes hacer que mi alma se lance al vuelo definitivo y glorioso, que tiene su fin en el Corazón de Dios.

—Confía, que Ella te escucha.

Referencias a la Sagrada Escritura