Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Forja» cuya materia es Lucha ascética  → necesidad y objetivos.

Has de ser constante y exigente en tus normas de piedad, también cuando estás cansado o te resultan áridas. ¡Persevera! Esos momentos son como los palos altos, pintados de rojo que, en las carreteras de montaña, cuando llega la nieve, sirven de punto de referencia y señalan, ¡siempre!, dónde está el camino seguro.

La vida interior se robustece por la lucha en las prácticas diarias de piedad, que has de cumplir —más: ¡que has de vivir!— amorosamente, porque nuestro camino de hijos de Dios es de Amor.

Contra la vida limpia, la pureza santa, se alza una gran dificultad, a la que todos estamos expuestos: el peligro del aburguesamiento, en la vida espiritual o en la vida profesional: el peligro —también para los llamados por Dios al matrimonio— de sentirse solterones, egoístas, personas sin amor.

—Lucha de raíz contra ese riesgo, sin concesiones de ningún género.

La paz, que lleva consigo la alegría, el mundo no puede darla.

—Siempre están los hombres haciendo paces, y siempre andan enzarzados con guerras, porque han olvidado el consejo de luchar por dentro, de acudir al auxilio de Dios, para que El venza, y conseguir así la paz en el propio yo, en el propio hogar, en la sociedad y en el mundo.

—Si nos conducimos de este modo, la alegría será tuya y mía, porque es propiedad de los que vencen; y con la gracia de Dios —que no pierde batallas— nos llamaremos vencedores, si somos humildes.

La alegría es un bien cristiano, que poseemos mientras luchamos, porque es consecuencia de la paz. La paz es fruto de haber vencido la guerra, y la vida del hombre sobre la tierra —leemos en la Escritura Santa— es lucha.

Ama y busca la ayuda de quien lleva tu alma. En la dirección espiritual, pon al descubierto tu corazón, del todo —¡podrido, si estuviese podrido!—, con sinceridad, con ganas de curarte; si no, esa podredumbre no desaparecerá nunca.

Si acudes a una persona que sólo puede limpiar superficialmente la herida…, eres un cobarde, porque en el fondo vas a ocultar la verdad, en daño de ti mismo.

No te asustes, ni te desanimes, al descubrir que tienes errores…, ¡y qué errores!

—Lucha para arrancarlos. Y, mientras luches, convéncete de que es bueno que sientas todas esas debilidades, porque, si no, serías un soberbio: y la soberbia aparta de Dios.

Aunque a veces se meta en tu alma la desgana, y te parezca que lo dices sólo con la boca, renueva tus actos de fe, de esperanza, de amor. ¡No te duermas!, porque, si no, en medio de lo bueno, vendrá lo malo y te arrastrará.

Si en algún momento se hace más difícil la lucha interior, será la ocasión buena de mostrar que nuestro Amor es de verdad.

"Vigilad y orad, para que no caigáis en la tentación…": ¡es impresionante la experiencia de cómo puede abandonarse un quehacer divino, por un engaño pasajero!

«Regnare Christum volumus!» —queremos que Cristo reine. «Deo omnis gloria!» —para Dios toda la gloria.

Este ideal de guerrear —y vencer— con las armas de Cristo, solamente se hará realidad por la oración y el sacrificio, por la fe y el Amor.

—Pues…, ¡a orar, y a creer, y a sufrir, y a Amar!

Aunque consigas pocas luces en la oración, aunque te parezca premiosa, seca…, has de considerar, siempre con visión nueva y segura, la necesidad de la perseverancia en todos los detalles de tu vida de piedad.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura
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