Lista de puntos

Hay 10 puntos en «Forja» cuya materia es Oración → características.

Déjame que te dé un consejo de alma experimentada: tu oración —tu vida ha de ser orar siempre— debe tener la confianza de "la oración de un niño".

Has de orar siempre, siempre.

—Has de sentir la necesidad de acudir a Dios, después de cada éxito y de cada fracaso, en la vida interior.

Que tu oración sea siempre un sincero y real acto de adoración a Dios.

Es justo que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo coronen a la Virgen como Reina y Señora de todo lo creado.

—¡Aprovéchate de ese poder! y, con atrevimiento filial, únete a esa fiesta del Cielo. —Yo, a la Madre de Dios y Madre mía, la corono con mis miserias purificadas, porque no tengo piedras preciosas ni virtudes.

—¡Anímate!

Siempre que entro en el oratorio, le digo al Señor —he vuelto a ser niño— que le quiero más que nadie.

Pídele sin miedo, insiste. Acuérdate de la escena que nos relata el Evangelio sobre la multiplicación de los panes. —Mira con qué magnanimidad responde a los Apóstoles: ¿cuántos panes tenéis?, ¿cinco?… ¿Qué me pedís?… Y El da seis, cien, miles… ¿Por qué?

—Porque Cristo ve nuestras necesidades con una sabiduría divina, y con su omnipotencia puede y llega más lejos que nuestros deseos.

¡El Señor ve más allá de nuestra pobre lógica y es infinitamente generoso!

Llégate a Belén, acércate al Niño, báilale, dile tantas cosas encendidas, apriétale contra el corazón…

—No hablo de niñadas: ¡hablo de amor! Y el amor se manifiesta con hechos: en la intimidad de tu alma, ¡bien le puedes abrazar!

Te falta fe…, y te falta amor. Si no, acudirías inmediatamente y con más frecuencia a Jesús, pidiéndole por esto y por lo otro.

—No esperes más, invócale, y oirás que Cristo te habla: "¿qué quieres que te haga?", como atendió a aquel cieguecito que, desde la vera del camino, no se cansó de insistir.

Hazme santo, mi Dios, aunque sea a palos. No quiero ser la rémora de tu Voluntad. Quiero corresponder, quiero ser generoso… Pero, ¿qué querer es el mío?

Dile despacio al Maestro: ¡Señor, sólo quiero servirte! ¡Sólo quiero cumplir mis deberes, y amarte con alma enamorada! Hazme sentir tu paso firme a mi lado. Sé Tú mi único apoyo.

—Díselo despacio…, ¡y díselo de veras!