Lista de puntos

Hay 10 puntos en «Surco» cuya materia es Fraternidad → manifestaciones.

Otro hombre de fe me escribía: “cuando por necesidad se está aislado, se nota perfectamente la ayuda de los hermanos. Al considerar que ahora todo he de soportarlo «solo», muchas veces pienso que, si no fuese por esa «compañía que nos hacemos desde lejos» —¡la bendita Comunión de los Santos!—, no podría conservar este optimismo, que me llena”.

Propósito sincero: hacer amable y fácil el camino a los demás, que bastantes amarguras trae consigo la vida.

Mientras sigas persuadido de que los demás han de vivir siempre pendientes de ti, mientras no te decidas a servir —a ocultarte y desaparecer—, el trato con tus hermanos, con tus colegas, con tus amigos, será fuente continua de disgustos, de malhumor…: de soberbia.

El deber de la fraternidad, con todas las almas, hará que ejercites el “apostolado de las cosas pequeñas”, sin que lo noten: con afán de servicio, de modo que el camino se les muestre amable.

Te ha costado mucho ir apartando y olvidando las preocupacioncillas tuyas, tus ilusiones personales: pobres y pocas, pero arraigadas. —A cambio, ahora estás bien seguro de que tu ilusión y tu ocupación son tus hermanos, y sólo ellos, porque en el prójimo has aprendido a descubrir a Jesucristo.

Evita con delicadeza todo lo que pueda herir el corazón de los demás.

¿Por qué, entre diez maneras de decir que “no”, has de escoger siempre la más antipática? —La virtud no desea herir.

El pensamiento de la muerte te ayudará a cultivar la virtud de la caridad, porque quizá ese instante concreto de convivencia es el último en que coincides con éste o con aquél…: ellos o tú, o yo, podemos faltar en cualquier momento.

Evita siempre la queja, la crítica, las murmuraciones…: evita a rajatabla todo lo que pueda introducir discordia entre hermanos.

«Custos, quid de nocte!» —¡Centinela, alerta!

Ojalá tú también te acostumbraras a tener, durante la semana, tu día de guardia: para entregarte más, para vivir con más amorosa vigilancia cada detalle, para hacer un poco más de oración y de mortificación.

Mira que la Iglesia Santa es como un gran ejército en orden de batalla. Y tú, dentro de ese ejército, defiendes un “frente”, donde hay ataques y luchas y contraataques. ¿Comprendes?

Esa disposición, al acercarte más a Dios, te empujará a convertir tus jornadas, una tras otra, en días de guardia.

Referencias a la Sagrada Escritura