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Dar a conocer esa llamada a todos los hombres

Os he dicho, desde el primer día, que Dios no espera de nosotros cosas extraordinarias, singulares; y que quiere que llevemos esta bendita llamada divina por todo el mundo, y que invitéis a muchos a seguirla. Pero nuestro proselitismo* hemos de hacerlo con sencillez, con el ejemplo de nuestra conducta: mostrando que muchos −si no todos− pueden, con la gracia de Dios, convertir en camino divino la vida ordinaria y corriente, del mismo modo que vosotros habéis sabido hacer divina vuestra vida, también corriente y ordinaria.

Nuestro modo de ser ha de estar empapado de naturalidad, para que se nos puedan aplicar aquellas palabras de la Sagrada Escritura: había un varón en la tierra de Hus llamado Job, y era sencillo y recto, y amaba a Dios, y se apartaba del mal8. Como esta sencillez cristalina, que hemos de procurar que haya en nosotros, no puede ser simpleza −sin misterio ni secreto, que no los necesitamos ni los necesitaremos jamás−, tened en cuenta lo que se lee en el Eclesiástico: non communices homini indocto, ne male de progenie tua loquatur9; no hables de tus cosas particulares con un hombre ignorante, para que no diga mal de tu linaje.

Notas
*

«proselitismo»: este término, que durante siglos ha sido sinónimo de propagación del Evangelio, tiene un significado preciso para san Josemaría, inspirado en la Escritura y en la Tradición de la Iglesia: contagiar a los demás el amor a Jesucristo y los deseos de entregarse a su servicio, con delicado respeto de su libertad (N. del E.).

8

Jb 1,1.

9

Si 8,5.

Referencias a la Sagrada Escritura
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