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Celebramos la fiesta de San José, Nuestro Padre y Señor, protector y patrono de la Iglesia universal y de esta familia de hijas e hijos de Dios que es el Opus Dei. A veces pienso que os habréis preguntado: ¿cómo es posible que la devoción a San José tenga en la Obra esta raíz, esta hondura, si es una devoción relativamente reciente, puesto que ha comenzado a florecer en Occidente hacia el siglo XVI? Os responderé entonces que el cariño, la piedad, la devoción a San José, es consecuencia de nuestra vida contemplativa. Porque todos en la Obra estamos obligados a tratar mucho a Jesús y a la Virgen Santísima; y no se puede tratar íntimamente al Señor y a su Madre, a nuestra Madre bendita, si no estamos muy familiarizados con el Santo Patriarca, que era el jefe de la Familia de Nazaret.

De otra parte, hijos, la Iglesia nos lo ha propuesto, con razón, como Patrono de la vida interior. ¿Quién con más vida interior que José? ¿Qué criatura tuvo un trato más íntimo con Jesús y con María? ¿Quién más humilde que José, que pasa totalmente inadvertido?

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