Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Forja» cuya materia es Entrega.

¿Cómo haré yo para que mi amor al Señor continúe, para que aumente?, me preguntas encendido.

—Hijo, ir dejando el hombre viejo, también con la entrega gustosa de aquellas cosas, buenas en sí mismas, pero que impiden el desprendimiento de tu yo…; decir al Señor, con obras y continuamente: "aquí me tienes, para lo que quieras".

Cuando hables con el Señor, también si piensas que lo tuyo es todo palabrería, pídele una mayor entrega, un adelantamiento más decidido en la perfección cristiana: ¡que te encienda más!

Renueva tu propósito firme de vivir con "voluntariedad actual" tu vida de cristiano: a todas horas y en todas las circunstancias.

Esta es la verdad del cristiano: entrega y amor —amor a Dios y, por El, al prójimo—, fundamentados en el sacrificio.

Jesús mío: lo mío es lo tuyo, porque lo tuyo es mío y lo mío lo abandono en Ti.

No vivimos para la tierra, ni para nuestra honra, sino para la honra de Dios, para la gloria de Dios, para el servicio de Dios: ¡esto es lo que nos ha de mover!

Desde que Jesucristo Señor Nuestro fundó la Iglesia, esta Madre nuestra ha sufrido continua persecución. Quizá en otros tiempos las persecuciones se hacían abiertamente, y ahora se organizan muchas veces de modo solapado; pero, hoy como ayer, se sigue combatiendo a la Iglesia.

—¡Qué obligación tenemos de vivir, diariamente, como católicos responsables!

Emplea, para tu vida, esta receta: "no me acuerdo de que existo. No pienso en mis cosas, pues no me queda tiempo".

—¡Trabajo y servicio!

Sobre estas directrices discurre la bondad inigualable de nuestra Madre Santa María: un amor llevado hasta el extremo, cumpliendo con esmero la Voluntad divina, y un olvido completo de sí misma, contenta de estar allí, donde Dios la quiere.

—Por eso, ni el más pequeño de sus gestos es trivial. —Aprende.

No te asustes cuando Jesús te pida más, incluso la felicidad de los de tu sangre. Convéncete de que, desde un punto de vista sobrenatural, El tiene el derecho de pasar por encima de los tuyos, para su Gloria.

Cuando me dicen que hay personas entregadas a Dios que ya no se aplican fervorosamente a la santidad, pienso que eso —si hubiera algo de cierto— conducirá al gran fracaso de sus vidas.

¡Cuánto bien y cuánto mal puedes hacer!

—Bien, si eres humilde y te sabes entregar con alegría y con espíritu de sacrificio; bien, para ti y para tus hermanos los hombres, para la Iglesia, para esta Madre buena.

—Y cuánto mal, si te guías por tu soberbia.