Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Forja» cuya materia es Jesucristo → Pasión y Muerte.

Cristo, que subió a la Cruz con los brazos abiertos de par en par, con gesto de Sacerdote Eterno, quiere contar con nosotros —¡que no somos nada!—, para llevar a "todos" los hombres los frutos de su Redención.

Cristo ha padecido por ti y para ti, para arrancarte de la esclavitud del pecado y de la imperfección.

En el sacramento de la Penitencia, Jesús nos perdona.

—Ahí, se nos aplican los méritos de Cristo, que por amor nuestro está en la Cruz, extendidos los brazos y cosido al madero —más que con los hierros— con el Amor que nos tiene.

El Señor está en la Cruz, diciendo: Yo padezco para que mis hermanos los hombres sean felices, no sólo en el Cielo, sino también —en lo posible— en la tierra, si acatan la Santísima Voluntad de mi Padre celestial.

Situados en el Calvario, donde Jesús ha muerto, la experiencia de nuestros personales pecados debe conducirnos al dolor: a una decisión más madura y más honda de no ofenderle de nuevo.

Contempla y vive la Pasión de Cristo, con El: pon —con frecuencia cotidiana— tus espaldas, cuando le azotan; ofrece tu cabeza a la corona de espinas.

—En mi tierra dicen: "amor con amor se paga".

Aunque nos pese —y pido a Dios que nos aumente este dolor—, tú y yo no somos ajenos a la muerte de Cristo, porque los pecados de los hombres fueron los martillazos, que le cosieron con clavos al madero.

Cuando te pongas a orar, y no veas nada, y te sientas revuelto y seco, éste es el camino: no pienses en ti; vuelve tus ojos, en cambio, a la Pasión de Jesucristo, nuestro Redentor.

Convéncete de que también a cada uno de nosotros nos pide, como a aquellos tres Apóstoles más íntimos, en el Huerto de los Olivos: "vigilad y orad".

Entiendo que, por Amor, desees padecer con Cristo: poner tus espaldas entre El y los sayones, que le azotan; tu cabeza, y no la suya, para las espinas; y tus pies y tus manos, para los clavos; …o, al menos, acompañar a nuestra Madre Santa María, en el Calvario, y acusarte de deicida por tus pecados…, y sufrir y amar.

Señor —no me importa repetirlo miles de veces—: quiero acompañarte, sufriendo Contigo, en las humillaciones y crueldades de la Pasión y de la Cruz.

Ante Jesús muerto en la Cruz, haz oración, para que la Vida y la Muerte de Cristo sean el modelo y el estímulo de tu vida y de tu respuesta a la Voluntad divina.

«In silentio et in spe erit fortitudo vestra» —en el silencio y en la esperanza residirá vuestra fortaleza…, asegura el Señor a los suyos. Callar y confiar: dos armas fundamentales en el momento de la adversidad, cuando se te nieguen los remedios humanos.

El sufrimiento soportado sin queja —mira a Jesús en su Santa Pasión y Muerte— da también la medida del amor.

Referencias a la Sagrada Escritura
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