Lista de puntos

Hay 7 puntos en «Surco» cuya materia es Caridad.

No eres feliz, porque le das vueltas a todo como si tú fueras siempre el centro: si te duele el estómago, si te cansas, si te han dicho esto o aquello…

—¿Has probado a pensar en El y, por El, en los demás?

Si cortas de raíz cualquier asomo de envidia, y si te gozas sinceramente con los éxitos de los demás, no perderás la alegría.

Qué pérdida de tiempo y qué visión tan humana, cuando todo lo reducen a tácticas, como si ahí estuviera el secreto de la eficacia.

—Se olvidan de que la “táctica” de Dios es la caridad, el Amor sin límites: así colmó El la distancia incolmable que abre el hombre, con el pecado, entre el Cielo y la tierra.

Oyeme bien y hazme eco: el cristianismo es Amor; el trato con Dios es diálogo eminentemente afirmativo; la preocupación por los demás —el apostolado— no es un artículo de lujo, ocupación de unos pocos.

—Ahora que lo sabes, llénate de gozo, porque tu vida ha adquirido un sentido completamente distinto, y sé consecuente.

Cumples un plan de vida exigente: madrugas, haces oración, frecuentas los Sacramentos, trabajas o estudias mucho, eres sobrio, te mortificas…, ¡pero notas que te falta algo!

Lleva a tu diálogo con Dios esta consideración: como la santidad —la lucha para alcanzarla— es la plenitud de la caridad, has de revisar tu amor a Dios y, por El, a los demás. Quizá descubrirás entonces, escondidos en tu alma, grandes defectos, contra los que ni siquiera luchabas: no eres buen hijo, buen hermano, buen compañero, buen amigo, buen colega; y, como amas desordenadamente “tu santidad”, eres envidioso.

Te “sacrificas” en muchos detalles “personales”: por eso estás apegado a tu yo, a tu persona y, en el fondo, no vives para Dios ni para los demás: sólo para ti.

No resulta compatible amar a Dios con perfección, y dejarse dominar por el egoísmo —o por la apatía— en el trato con el prójimo.

Amar es… no albergar más que un solo pensamiento, vivir para la persona amada, no pertenecerse, estar sometido venturosa y libremente, con el alma y el corazón, a una voluntad ajena… y a la vez propia.