Nota a la 12ª edición española

Mi experiencia de sacerdote me dice que cada alma tiene su propio camino. Sin embargo, querido lector, voy a darte un consejo práctico que no entorpecerá en ti la labor del Espíritu Santo, si lo sigues con prudencia: que te detengas durante unos segundos —tres o cuatro— en un silencio de meditación, considerando el respectivo misterio del Rosario, antes de recitar el Padrenuestro y las Avemarías de cada decena. Estoy seguro de que esta práctica aumentará tu recogimiento y el fruto de tu oración.

Y no te olvides de rezar por mí.

El Autor

Roma, en la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora,

8 de septiembre de 1971

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