Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Lucha ascética  → humilde.

«Infelix ego homo!, quis me liberabit de corpore mortis hujus?» —¡Pobre de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? —Así clama San Pablo. —Anímate: él también luchaba.

El amor a nuestra Madre será soplo que encienda en lumbre viva las brasas de virtudes que están ocultas en el rescoldo de tu tibieza.

Ama a la Señora. Y Ella te obtendrá gracia abundante para vencer en esta lucha cotidiana. —Y no servirán de nada al maldito esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en tu corazón. —«Serviam!»

La Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, aquietará tu corazón, cuando te haga sentir que es de carne, si acudes a Ella con confianza.

Antes, solo, no podías... —Ahora, has acudido a la Señora, y, con Ella, ¡qué fácil!

Confía. —Vuelve. —Invoca a la Señora y serás fiel.

¿Que por momentos te faltan las fuerzas? —¿Por qué no se lo dices a tu Madre: «consolatrix afflictorum, auxilium christianorum..., Spes nostra, Regina apostolorum»?

¡Madre! —Llámala fuerte, fuerte. —Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha.

¡Muy honda es tu caída! —Comienza los cimientos desde ahí abajo. —Sé humilde. —«Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies». —No despreciará Dios un corazón contrito y humillado.

Nunca te desesperes. Muerto y corrompido estaba Lázaro: «jam foetet, quatriduanus est enim» —hiede, porque hace cuatro días que está enterrado, dice Marta a Jesús.

Si oyes la inspiración de Dios y la sigues —«Lazare, veni foras!» —¡Lázaro, sal afuera!—, volverás a la Vida.

Si se tambalea tu edificio espiritual, si todo te parece estar en el aire..., apóyate en la confianza filial en Jesús y en María, piedra firme y segura sobre la que debiste edificar desde el principio.

Me dices que tienes en tu pecho fuego y agua, frío y calor, pasioncillas y Dios...: una vela encendida a San Miguel, y otra al diablo.

Tranquilízate: mientras quieras luchar no hay dos velas encendidas en tu pecho, sino una, la del Arcángel.

Referencias a la Sagrada Escritura
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