Lista de puntos

Hay 3 puntos en «Forja» cuya materia es Filiación divina  → oración de los hijos de Dios.

Padre mío —¡trátale así, con confianza!—, que estás en los Cielos, mírame con compasivo Amor, y haz que te corresponda.

—Derrite y enciende mi corazón de bronce, quema y purifica mi carne inmortificada, llena mi entendimiento de luces sobrenaturales, haz que mi lengua sea pregonera del Amor y de la Gloria de Cristo.

Ha de ser tu oración la del hijo de Dios; no la de los hipócritas, que han de escuchar de Jesús aquellas palabras: "no todo el que dice ¡Señor!, ¡Señor!, entrará en el Reino de los Cielos".

Tu oración, tu clamar "¡Señor!, ¡Señor!" ha de ir unido, de mil formas diversas en la jornada, al deseo y al esfuerzo eficaz de cumplir la Voluntad de Dios.

Tú —como todos los hijos de Dios— necesitas también de la oración personal: de esa intimidad, de ese trato directo con Nuestro Señor —diálogo de dos, cara a cara—, sin esconderte en el anonimato.

Referencias a la Sagrada Escritura