Lista de puntos

Hay 11 puntos en «Forja» cuya materia es Corazón → guarda del corazón.

¡Señor!, dame ser tan tuyo que no entren en mi corazón ni los afectos más santos, sino a través de tu Corazón llagado.

Hay que amar a Dios, porque el corazón está hecho para amar. Por eso, si no lo ponemos en Dios, en la Virgen, Madre nuestra, en las almas…, con un afecto limpio, el corazón se venga…, y se convierte en una gusanera.

No se puede llevar una vida limpia sin la ayuda divina. Dios quiere nuestra humildad, quiere que le pidamos su ayuda, a través de nuestra Madre y Madre suya.

Tienes que decir a la Virgen, ahora mismo, en la soledad acompañada de tu corazón, hablando sin ruido de palabras: Madre mía, este pobre corazón mío se rebela algunas veces… Pero si tú me ayudas… —Y te ayudará, para que lo guardes limpio y sigas por el camino a que Dios te ha llamado: la Virgen te facilitará siempre el cumplimiento de la Voluntad de Dios.

Para custodiar la santa pureza, la limpieza de vida, has de amar y de practicar la mortificación diaria.

La guarda del corazón. —Así rezaba aquel sacerdote: "Jesús, que mi pobre corazón sea huerto sellado; que mi pobre corazón sea un paraíso, donde vivas Tú; que el Angel de mi Guarda lo custodie, con espada de fuego, con la que purifique todos los afectos antes de que entren en mí; Jesús, con el divino sello de tu Cruz, sella mi pobre corazón".

Hay un refrán que es muy claro: entre santa y santo, pared de cal y canto.

—Hemos de guardar el corazón y los sentidos, apartándonos siempre de la ocasión. ¡Es preciso evitar la pasión, por santa que parezca!

No busques consuelos fuera de Dios. —Mira lo que escribía aquel sacerdote: ¡nada de desahogar el corazón, sin necesidad, con ningún otro amigo!

Los afectos de la tierra, incluso cuando no son concupiscencia sucia y seca, envuelven de ordinario algún egoísmo.

Por eso, sin despreciar esos afectos —que pueden ser muy santos—, rectifica siempre la intención.

Un corazón que ama desordenadamente las cosas de la tierra está como sujeto por una cadena, o por un "hilillo sutil", que le impide volar a Dios.

Ciertamente tú puedes condenarte. Bien convencido estás, pues en tu corazón se encuentran gérmenes de todas las maldades.

Pero si te haces niño delante de Dios, esta circunstancia te llevará a unirte a tu Padre-Dios y a tu Madre Santa María. Y San José y tu Angel no te desampararán, al verte niño.

—Ten fe, haz cuanto puedas, ¡penitencia y Amor!, y lo que falte lo pondrán Ellos.

«Per Iesum Christum Dominum nostrum» —por Jesucristo, Señor Nuestro. De este modo has de hacer las cosas: ¡por Jesucristo!

—Es bueno que tengas un corazón humano; pero, si te mueves sólo porque se trata de una persona determinada, ¡mal! —Aunque lo hagas también por ese hermano, por ese amigo, ¡hazlo sobre todo por Jesucristo!

Referencias a la Sagrada Escritura