Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Humildad → humildad y olvido de sí.

No eres feliz, porque le das vueltas a todo como si tú fueras siempre el centro: si te duele el estómago, si te cansas, si te han dicho esto o aquello…

—¿Has probado a pensar en El y, por El, en los demás?

Me decías: “¡hay que decapitar el ‘yo’!…” —Pero, ¡cómo cuesta!, ¿no?

La tristeza y la intranquilidad son proporcionales al tiempo perdido. —Cuando sientas impaciencia santa por aprovechar todos los minutos, la alegría y la paz te colmarán, porque no pensarás en ti.

¿Preocupaciones?… —Yo no tengo preocupaciones —te dije—, porque tengo muchas ocupaciones.

Ahora, que tienes muchas cosas que hacer, han desaparecido todos “tus problemas”… —Sé sincero: como te has decidido a trabajar por El, ya no te queda tiempo para pensar en tus egoísmos.

Triste cosa, que no quieras esconderte como un sillar, para sostener el edificio. Pero que te conviertas en piedra, donde tropiezan los demás…: ¡eso me parece de malvados!

Olvídate de ti mismo… Que tu ambición sea la de no vivir más que para tus hermanos, para las almas, para la Iglesia; en una palabra, para Dios.

En medio del júbilo de la fiesta, en Caná, sólo María advierte la falta de vino… Hasta los detalles más pequeños de servicio llega el alma si, como Ella, se vive apasionadamente pendiente del prójimo, por Dios.

Aunque afirmas que le sigues, de una manera o de otra pretendes siempre obrar “tú”, según “tus” planes, y con “tus” solas fuerzas. —Pero el Señor ha dicho: «sine me nihil!» —sin Mí, nada puedes hacer.

Han desconocido eso que tú llamas tu “derecho”, que te he traducido yo como tu “derecho a la soberbia”… ¡Pobre mamarracho! —Has sentido, porque no te podías defender —era poderoso el atacante—, el dolor de cien bofetones. —Y, a pesar de todo, no aprendes a humillarte.

Ahora es tu conciencia la que te arguye: te llama soberbio… y cobarde. —Da gracias a Dios, porque ya vas entreviendo tu “deber de la humildad”.

Estás lleno de ti, de ti, de ti… —Y no serás eficaz hasta que no te llenes de El, de El, de El, actuando «in nomine Domini» —en nombre y con la fuerza de Dios.

¿Cómo pretendes seguir a Cristo, si giras solamente alrededor de ti mismo?

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura