Lista de puntos

Hay 16 puntos en «Surco» cuya materia es Gobierno.

Al gobernar, después de pensar en el bien común, es necesario contar con que —en el terreno espiritual y en el civil— difícilmente una norma puede no desagradar a algunos.

—¡Nunca llueve a gusto de todos!, reza la sabiduría popular. Pero eso, no lo dudes, no es defecto de la ley, sino rebeldía injustificada de la soberbia o del egoísmo de aquellos pocos.

Orden, autoridad, disciplina… —Escuchan, ¡si escuchan!, y se sonríen cínicamente, alegando —ellas y ellos— que defienden su libertad.

Son los mismos que luego pretenden que respetemos o que nos acomodemos a sus descaminos; no comprenden —¡qué protestas tan chabacanas!— que sus modales no sean —¡no pueden ser!— aceptados por la auténtica libertad de los demás.

Los que gobiernan tareas espirituales, han de interesarse por todo lo humano, para elevarlo al orden sobrenatural y divinizarlo.

Si no se puede divinizar, no te engañes: no es humano, es “animalesco”, impropio de la criatura racional.

Autoridad. —No consiste en que el de arriba “grite” al inferior, y éste al de más abajo.

Con ese criterio —caricatura de la autoridad—, aparte de la evidente falta de caridad y de corrección humana, sólo se consigue que quien hace cabeza se vaya alejando de los gobernados, porque no les sirve: ¡todo lo más, los usa!

No seas tú de ésos que, teniendo desgobernada su propia casa, intentan entrometerse en el gobierno de las casas de los demás.

Pero… ¿de veras piensas que todo lo sabes, porque has sido constituido en autoridad?

—Oyeme bien: el buen gobernante “sabe” que puede, ¡que debe!, aprender de los demás.

Libertad de conciencia: ¡no! —Cuántos males ha traído a los pueblos y a las personas este lamentable error, que permite actuar en contra de los propios dictados íntimos.

Libertad “de las conciencias”, sí: que significa el deber de seguir ese imperativo interior…, ¡ah, pero después de haber recibido una seria formación!

Gobernar no es mortificar.

Para ti, que ocupas ese puesto de gobierno. Medita: los instrumentos más fuertes y eficaces, si se les trata mal, se mellan, se desgastan y se inutilizan.

Las decisiones de gobierno, tomadas a la ligera por una sola persona, nacen siempre, o casi siempre, influidas por una visión unilateral de los problemas.

—Por muy grandes que sean tu preparación y tu talento, debes oír a quienes comparten contigo esa tarea de dirección.

Nunca des oído a la delación anónima: es el procedimiento de los viles.

Un criterio de buen gobierno: el material humano hay que tomarlo como es, y ayudarle a mejorar, sin despreciarlo jamás.

Al resolver los asuntos, procura no exagerar nunca la justicia hasta olvidarte de la caridad.

La resistencia de una cadena se mide por su eslabón más débil.

No digas de ninguno de tus subordinados: no vale.

—Eres tú el que no vale: porque no sabes colocarlo en el sitio donde puede funcionar.

Rechaza la ambición de honores; contempla, en cambio, los instrumentos, los deberes y la eficacia. —Así, no ambicionarás los cargos y, si llegan, los mirarás en su justa medida: cargas en servicio a las almas.