Lista de puntos

Hay 4 puntos en «Cartas II» cuya materia es Obra de San Rafael → dificultades.

Dificultades en la labor de San Rafael

He dejado para el final, intencionadamente, hablar de las dificultades –aparte de las económicas– que no os faltarán en esta tarea maravillosa. Hasta los buenos se opondrán a vuestro trabajo: discipuli autem increpabant eos38; cuando los niños se acercaban a Cristo Jesús, los discípulos hacían lo posible para que no fueran; se tuvo que imponer el Señor diciendo: sinite parvulos et nolite eos prohibere ad me venire39, dejadlos que vengan.

Algunos os pondrán desde el principio una etiqueta, la que se les ocurra: así aprenderéis vosotros a no poner una etiqueta a nadie. Las etiquetas se cambian porque, al pasar el tiempo, lo que parecía que no tiene valor, acaba siendo un tesoro. Y quizá os suceda –en más de una ocasión– lo mismo que me sucedió a mí, cuando solo tenía juventud y buen humor: rezaba y, no me da vergüenza, lloraba.

Pero las contradicciones, soportadas por amor de Dios, traen siempre fecundidad: quando orabas cum lacrimis… ego obtuli orationem tuam Domino40; cuando orabas con lágrimas, yo –dice el Arcángel a Tobías– presentaba al Señor tu oración. Entonces se hace más realidad el sentido sobrenatural de nuestra entrega, porque se experimenta –en la carne y en el alma– aquella oblación que hemos hecho de nuestras vidas al Señor, que sube a Él in odorem suavitatis41.

¡Dificultades! Las habrá siempre de un tipo o de otro, pero siempre se superan; son cosas de ordinaria administración, que venceréis con vuestro sacrificio, con vuestra oración y con vuestra alegría. Además, no olvidéis que contamos con la gracia de Dios, con el tiempo, con nuestra caridad y con nuestro trabajo. Las cosas cambian, el ambiente madura; y los que criticaban y se oponían, alaban y ayudan.

No sufráis si os llaman de cualquier manera: ¡tienen razón! Ha dicho el Señor por San Mateo: unus est bonus: Deus42; solo Dios es bueno. A veces, hijos de mi alma, tenéis que acordaros de aquel exiit qui seminat seminare semen suum43 –salió el sembrador a sembrar–, y considerar que ese derroche generoso de tirar a manos llenas el oro puro del trigo en las entrañas de la tierra, trae como consecuencia preocupaciones no pequeñas: la lluvia y la sequía, el sol o la niebla, el frío y el calor, todo puede ser perjudicial.

No faltan otras veces ocasiones de sufrir, que vienen no de fuera, sino de dentro. Son salidas de tono –ellos dicen: meteduras de pata– de una de aquellas criaturas que acuden a nuestras casas, y puede suceder que el Director o la Directora no se hagan con el ambiente: quizá porque tienen una severa preparación y les falta experiencia; o porque es el suyo un trabajo lleno de fatiga, de esfuerzo, de paciencia, de sacrificio, de renuncia y –he de añadir– de profunda humildad. Debéis estar dispuestos a no manifestaros airados por esas cosas, a pasarlas por alto con una sonrisa.

Ya os lo he dicho antes: dad a esos muchachos ocupaciones con responsabilidad, rezad por ellos, tratadlos con cariño y con comprensión –con caridad de Cristo–, y veréis qué cambios: los que eran obstáculo se hacen, en vuestras manos, como el barro en manos del alfarero, sicut lutum in manu figuli44, instrumentos fidelísimos.

La vida vuestra, hijos míos, cuando encontráis estos inconvenientes y los lleváis sonriendo con alegría, llenos de una caridad operante y en silencio, se llena de una sabiduría divina: quoniam sapientia aperuit os mutorum et linguas infantium fecit disertas45. Después veréis cómo esa Sabiduría de Dios abre, a su tiempo, la boca de los mudos y da elocuencia a los que han procurado hacerse como niños.

Sé que tendréis siempre muy en cuenta aquel omnes enim filii Dei estis per fidem46; todos vosotros sois hijos de Dios por la fe. ¡Qué poder el nuestro! Poder de saberse y de ser hijos de Dios. Y si, a pesar de todo, creéis que el fruto de vuestro trabajo es poco, traed a vuestra memoria las palabras de Isaías: electi mei non laborabunt frustra47, nunca mis elegidos trabajarán inútilmente.

Cada uno debe pensar: graecis ac barbaris, sapientibus et insipientibus, debitor sum48; yo tengo esta deuda de caridad y de servicio con el mundo entero, con todos los hombres, con los griegos y con los bárbaros, con los sabios y con los ignorantes. No hemos de desmayar, pues, ante estas u otras dificultades. No es posible que, por dejadez nuestra, haya quien pueda decir al Señor: quia nemo nos conduxit49, nadie nos ha llamado.

No pocas veces es un hijo mío joven el que tiene que estar al frente de las clases de formación de San Rafael y de otras actividades: de ésas que se presentan cada día en mayor número, porque es, como suelo deciros, un mar sin orillas esta tarea. Y puede suceder que tenga menos años que aquellos, a quienes debe enseñar y guiar, sin imponerse.

Si hay un sufrimiento por la incomprensión de alguno, yo a ese hijo mío le digo: praecipe haec et doce: nemo adolescentiam tuam contemnat: sed exemplum esto fidelium in verbo, in conversatione, in caritate, in fide, in castitate. Dum venio, attende lectioni, exhortationi et doctrinae50. No te acongojes: que nadie te menosprecie por tu poca edad, puesto que procuras ser modelo en el hablar, en el trato, en la caridad, en la fe, en la castidad. Y, además, sigue formándote tú mismo, aplicándote a la lectura, a dar buenos consejos y a la enseñanza.

Notas
38

Mt 19,13.

39

Mt 19,14.

40

Tb 12,12.

41

Ef 5,2.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
42

Mt 19,17.

43

Lc 8,5.

44

Jr 18,6.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
45

Sb 10,21.

46

Ga 3,26.

47

Is 65,23.

48

Rm 1,14.

49

Mt 20,7.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
50

1 Tm 4,11-13.

Referencias a la Sagrada Escritura