Lista de puntos

Hay 3 puntos en «Cartas II» cuya materia es Amistad.

Viviendo en amistad con Dios –la primera que hemos de cultivar y acrecentar–, sabréis lograr muchos y verdaderos amigos101: la labor que ha hecho y hace continuamente el Señor con nosotros, para mantenernos en esa amistad suya, es la misma labor que quiere hacer con otras muchas almas, sirviéndose de nosotros como instrumento.

Ya os he dicho, hijos míos, que creo en la amistad humana: amico fideli, nulla est comparatio102, nada hay comparable al amigo fiel. La amistad es un tesoro, que hemos de estimar en su gran valor humano y aprovechar también como medio para llevar almas a Dios.

Puedo deciros que me siento amigo de todo el mundo, como os habéis de sentir vosotros, porque buscamos el bien de todas las almas sin excepción. Por muy alejado que esté un hombre del Señor, por mucho que manifieste su enemistad, hemos de pensar con San Agustín que no debemos desesperar de su conversión, porque aun entre los que son abiertamente adversarios se ocultan amigos predestinados, aunque ni ellos lo sepan103.

La amistad instaura un clima de confianza

El amigo verdadero no puede tener, para su amigo, dos caras: la amistad, si ha de ser leal y sincera –vir duplex animo inconstans est in omnibus viis suis104; el hombre falso, de ánimo doble, es inconstante en todo–, exige renuncias, rectitud, intercambio de favores, de servicios nobles y lícitos. El amigo es fuerte y sincero en la medida en que, de acuerdo con la prudencia sobrenatural, piensa generosamente en los demás, con personal sacrificio.

Del amigo se espera la correspondencia al clima de confianza, que se establece con la verdadera amistad; se espera el reconocimiento de lo que somos y, cuando sea necesaria, también la defensa clara y sin paliativos: porque, como leí hace tiempo en un texto castellano, cuando el amigo defiende o alaba con tibieza, es testigo mayor de toda excepción, que confiesa llanamente que no encuentra partes que alabar ni razón que defender: porque, si las hubiera, ¿quién como un amigo las defendiera y celebrara?

Podéis decirme: los amigos, a veces, traicionan. Sin embargo, obrando siempre con rectitud de intención, con sentido sobrenatural, no os pueden preocupar ni desanimar las posibles sorpresas, ni esas excepciones han de frenar vuestro deseo eficaz de tener una noble inclinación limpia y afectuosa para todos.

Comprenderéis mejor la labor de San Rafael, si la consideráis con independencia de la labor de proselitismo, aunque en realidad, la obra de San Rafael y el proselitismo van siempre unidos. Pero no podemos decir que, con un muchacho o con una chica, se hace labor de San Rafael, y, con otros, proselitismo; porque con todos hacemos labor de proselitismo, sean o no de San Rafael: unos recibirán la gracia de la vocación, y otros no.

Si fijamos nuestra atención en los que tratamos como simples amigos o amigas de la obra de San Rafael, iremos descubriendo la manera de desarrollar con naturalidad nuestro apostolado con ellos: qué es lo que hemos de enseñarles, lo que de ellos esperamos y lo que ellos esperan, lo que Dios les pide.

El proselitismo para la obra de San Rafael comienza, pues, por la amistad, por el trato humano o profesional con uno de mis hijos o con una de mis hijas. Amistad y trato que los de Casa sobrenaturalizan desde el primer momento, porque es una labor de apostolado; pero exteriormente los chicos de esta obra no lo ven desde el primer día, aunque después lo irán comprendiendo y asimilando sin necesidad de ninguna declaración expresa.

Esa amistad, esa relación con uno de vosotros se amplía después, de una parte, con el afecto, con la simpatía y por la frecuencia con que acude esa persona a la casa del Opus Dei, a la que comenzó a ir y se le enseñó que debía considerar como propia, como casa suya; todo esto, claro está, se une después a una amistad con los que conoce y trata en aquel hogar nuestro.

Y de otra parte, porque nace en la gente de San Rafael una aceptación, una adhesión al espíritu del Opus Dei; y un cariño, un querer de verdad a la Obra –a la que también comienzan a considerar como suya–, con la que se van identificando poco a poco.

Notas
101

Si 6,17.

102

Si 6,15.

103

S. Agustín de Hipona, De Civitate Dei, I, c. 35(CChr.SL 47, p. 33))

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
104

St 1,8.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas

“con todos hacemos labor de proselitismo”: ver glosario (N. del E.).