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Conciencia de la misión divina recibida con la vocación

Hijos míos, tenemos mucho que hacer en el mundo: el Señor nos ha dado una misión divina. Desde el primer día os he invitado a agradecer esta muestra de predilección soberana, esta llamada divina en servicio de todos los hombres: Dios nos pide que el afán apostólico llene nuestros corazones, que nos olvidemos de nosotros mismos, para ocuparnos −con gustoso sacrificio− de la humanidad entera. La mayor parte de los que tienen problemas personales, los tienen por el egoísmo de pensar en sí mismos. ¡Darse, darse, darse! Darse a los demás, servir a los demás por amor de Dios: ése es el camino.

Hemos de llenar de luz el mundo, porque el nuestro ha de ser un servicio hecho con alegría. Que donde haya un hijo de Dios en su Obra no falte ese buen humor, que es fruto de la paz interior. De la paz interior, y de la entrega: el darse al servicio de los demás es de tal eficacia, que Dios lo premia con una humildad llena de gozo espiritual.

Nada puede producir mayor satisfacción que el llevar tantas almas a la luz y al calor de Cristo. Personas a las que nadie ha enseñado a valorar su vida corriente, para quienes lo ordinario parece vano y sin sentido, que no aciertan a comprender y a pasmarse ante esa gran verdad: Jesucristo se ha preocupado de nosotros, hasta de los más pequeños, hasta de los más insignificantes. A todas las gentes habéis de decir: también a vosotros os busca Cristo, como buscó a los primeros doce, como buscó a la mujer samaritana, como buscó a Zaqueo; como al paralítico: surge et ambula29, levántate que el Señor te espera; como al hijo de la viuda de Naín: tibi dico, surge!30, a ti te lo digo, levántate de tu comodidad, de tu poltronería, de tu muerte.

Dios hace a algunos otra llamada −que yo amo y venero, aunque no es la mía ni la vuestra−, y les invita a salirse del mundo; pero a la gran mayoría de los cristianos los quiere en el lugar donde estaban, en su sitio, en su ambiente, en su profesión, para que sigan siendo gente corriente y a la vez luz del mundo, sal de la tierra31.

Notas
29

Cfr. Mc 2,9.

30

Lc 7,14.

31

Mt 5,13-14.

Referencias a la Sagrada Escritura
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