Lista de puntos

Hay 4 puntos en «Cartas II» cuya materia es Santidad → en medio del mundo.

Afán de santidad en el mundo

No quiere decir esto que no haya habido también otras almas, que han procurado dedicarse al cumplimiento perfecto de la voluntad de Dios, sin apartarse de sus quehaceres ordinarios y de la condición y del estado de vida que tenían en el mundo: las ha habido –ordinariamente aisladas– y la Iglesia, a algunas de ellas, las ha elevado a los altares.

La inmensa mayoría de esas almas, sin embargo, ha permanecido en la obscuridad, ha pasado en silencio, inobservada, sin que apenas pueda saberse hasta qué punto su vida santa ha sido ejemplo para otras personas y ha contribuido a manifestar la santidad de la Iglesia.

Con el ejemplo de estas criaturas extraordinarias, ha quedado también como en una semiobscuridad –por lo menos práctica– la doctrina clara de que todos los bautizados, aun permaneciendo en su normal vida de trabajo en medio del mundo, pueden y deben santificarse y ser levadura poderosa de vida cristiana64.

Hay almas generosas, hombres o mujeres, que sienten el deseo de trabajar con todas sus fuerzas en la viña del Señor. No tienen, sin embargo, vocación religiosa; ni desean la vida de perfección evangélica, pero quisieran hacer realidad, en medio del mundo y de la vida ordinaria, sus deseos de dedicarse a buscar la perfección cristiana y a ejercer el apostolado.

Esas personas con hambre de perfección saben que no faltan ambientes –que también son de Dios– cerrados con fronteras que un sacerdote o un religioso, por la naturaleza de su vocación, no puede traspasar. La descristianización progresiva de la sociedad moderna ofrece una prueba elocuente de que la vida humana, las profesiones y las actividades sociales, están muchas veces lejos de la Iglesia, y de las tareas propias de las gentes consagradas a su servicio.

Pues bien, hijas e hijos míos –como parte de la providencia de Dios en el cuidado de su Iglesia Santa y en la conservación del espíritu del Evangelio–, desde el 2 de octubre de 1928, ha encomendado el Señor al Opus Dei la tarea de hacer bien patente, de recordar a todas las almas, con el ejemplo de vuestra vida y con la palabra, que existe una llamada universal a la perfección cristiana y que es posible seguirla.

Lo que el Señor quiere es que cada uno de vosotros, en las circunstancias concretas de su propia condición en el mundo, procure ser santo: haec est enim voluntas Dei, sanctificatio vestra65; esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación. Santidad escondida muchas veces –sin brillo externo–, diaria, heroica: para corredimir con Cristo, para salvar con Él las criaturas, para ordenar con Él las cosas humanas.

Dios quiere servirse de vuestra santidad personal, buscada según el espíritu de la Obra, para enseñar a todos, de una manera peculiar y sencilla, lo que ya vosotros bien sabéis: que todos los fieles, incorporados a Cristo por el bautismo, están llamados a buscar la plenitud de vida cristiana.

Vocación de todos a la santidad

El Señor nos quiere instrumentos suyos, para recordar prácticamente –viviéndolo también– que la llamada a la santidad es universal en concreto y no exclusiva de unos pocos, ni de un estado de vida determinado, ni condicionada en general por el abandono del mundo: que cualquier trabajo, cualquier profesión, puede ser camino de santidad y medio de apostolado.

Esta es, hijos, doctrina segura, luz de Dios. Doctrina que difícilmente podrá ser entendida por quienes no conciben la perfección cristiana ni la contemplación fuera del estado religioso; pero que está fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, confirmada por la experiencia que nos proporciona continuamente, a pesar de nuestra pequeñez humana, la vida del Opus Dei.

Notas
64

1 Co 5,6.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas

Sobre el significado de “perfección cristiana” en san Josemaría, ver glosario (N. del E.).

Notas
65

1 Ts 4,3.

Referencias a la Sagrada Escritura