Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Surco» cuya materia es Apostolado → derecho y deber.

«Aure audietis, et non intelligetis: et videntes videbitis, et non perspicietis». Palabras claras del Espíritu Santo: oyen con sus propios oídos, y no entienden; miran con sus ojos, pero no perciben.

¿Por qué te inquietas si algunos, “viendo” el apostolado y conociendo su grandeza, no se entregan? Reza tranquilo, y persevera en tu camino: si ésos no se lanzan, ¡otros vendrán!

Deber de cada cristiano es llevar la paz y la felicidad por los distintos ambientes de la tierra, en una cruzada de reciedumbre y de alegría, que remueva hasta los corazones mustios y podridos, y los levante hacia El.

Oyeme bien y hazme eco: el cristianismo es Amor; el trato con Dios es diálogo eminentemente afirmativo; la preocupación por los demás —el apostolado— no es un artículo de lujo, ocupación de unos pocos.

—Ahora que lo sabes, llénate de gozo, porque tu vida ha adquirido un sentido completamente distinto, y sé consecuente.

Cuando hay celo por las almas, siempre se encuentra gente buena, siempre se descubre terreno abonado. ¡No hay disculpa!

Convéncete: también ahí, hay muchos que pueden entender tu camino; almas que —consciente o inconscientemente— buscan a Cristo y no le encuentran. Pero “¿cómo oirán hablar de El, si nadie les habla?”

No me digas que cuidas tu vida interior, si no haces un apostolado intenso, sin pausa: el Señor —a Quien tú me aseguras que tratas— quiere que todos los hombres se salven.

No todos los ciudadanos forman parte del ejército regular. Pero, a la hora de la guerra, todos participan… Y el Señor ha dicho: “no he venido a traer la paz, sino la guerra”.

Se vive de modo tan precipitado, que la caridad cristiana ha pasado a constituir un fenómeno raro, en este mundo nuestro; aunque —al menos de nombre— se predica a Cristo…

—Te lo concedo. Pero, ¿qué haces tú que, como católico, has de identificarte con El y seguir sus huellas?: porque nos ha indicado que hemos de ir a enseñar su doctrina a todas las gentes, ¡a todas!, y en todos los tiempos.

Has tenido la gran suerte de encontrar maestros de verdad, amigos auténticos, que te han enseñado sin reservas todo cuanto has querido saber; no has necesitado de artimañas para “robarles” su ciencia, porque te han indicado el camino más fácil, aunque a ellos les haya costado duro trabajo y sufrimientos descubrirlo… Ahora, te toca a ti hacer otro tanto, con éste, con aquél, ¡con todos!

El mundo está necesitando que despertemos a los somnolientos, que animemos a los tímidos, que guiemos a los desorientados; en una palabra, que los encuadremos en las filas de Cristo, para que no se echen a perder tantas energías.

“Conozco a algunas y a algunos que no tienen fuerzas ni para pedir socorro”, me dices disgustado y apenado. —No pases de largo; tu voluntad de salvarte y de salvarles puede ser el punto de partida de su conversión. Además, si recapacitas, advertirás que también a ti te tendieron la mano.

Corres el gran peligro de conformarte con vivir —o de pensar en que debes vivir— como un “niño bueno”, que se aloja en una casa ordenada, sin problemas, y que no conoce más que la felicidad.

Eso es una caricatura del hogar de Nazaret: Cristo, porque traía la felicidad y el orden, salió a propagar esos tesoros entre los hombres y mujeres de todos los tiempos.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura