Lista de puntos

Hay 3 puntos en «Cartas I» cuya materia es Secularidad.

La misión sobrenatural que hemos recibido no nos lleva a distinguirnos y a separarnos de los demás; nos lleva a unirnos a todos, porque somos iguales que los otros ciudadanos de nuestra patria. Somos, repito, iguales a los demás −no, como los demás− y tenemos en común con ellos las preocupaciones de ciudadano, de la profesión o del oficio que nos es propio, las otras ocupaciones, el ambiente, el modo externo de vestir y de obrar. Somos hombres o mujeres corrientes, que en nada nos diferenciamos de nuestros compañeros y colegas, de los que conviven con nosotros en nuestro ambiente y en nuestra condición.

Me gusta hablar en parábolas, y más de una vez he comparado esa misión nuestra, siguiendo el ejemplo del Señor, a la de la levadura que, desde dentro de la masa10, la fermenta hasta convertirla en pan bueno. He gozado, en mis temporadas de verano, cuando era chico, viendo hacer el pan. Entonces no pretendía sacar consecuencias sobrenaturales: me interesaba porque las sirvientas me traían un gallo, hecho con aquella masa. Ahora recuerdo con alegría toda la ceremonia: era un verdadero rito preparar bien la levadura −una pella de pasta fermentada, proveniente de la hornada anterior−, que se agregaba al agua y a la harina cernida. Hecha la mezcla y amasada, la cubrían con una manta y, así abrigada, la dejaban reposar hasta que se hinchaba a no poder más. Luego, metida a trozos en el horno, salía aquel pan bueno, lleno de ojos, maravilloso. Porque la levadura estaba bien conservada y preparada, se dejaba deshacer −desaparecer− en medio de aquella cantidad, de aquella muchedumbre, que le debía la calidad y la importancia.

Que se llene de alegría nuestro corazón pensando en ser eso: levadura que hace fermentar la masa. Nuestra vida no es egoísta: es un luchar en primera línea, es meternos en el torrente de la sociedad, pasando inadvertidos; y llegar a todos los corazones, haciendo en todos ellos la gran labor de transformarlos en buen pan, que sea la paz −la alegría y la paz− de todas las familias, de todos los pueblos: iustitia, et pax, et gaudium in Spiritu Sancto11; justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Pero, para ser levadura, es necesaria una condición: que paséis inadvertidos. La levadura no surte efecto si no se mete en la masa, si no se confunde con ella. No me cansaré de repetiros, hijos míos, que no debéis distinguiros en nada de los demás; que vuestra aspiración debe ser la de permanecer donde estábamos, siendo lo que somos: cristianos corrientes, personas que hacen una vida ordinaria y sencilla.

Trabajo secular y laical

Correspondiendo a la llamada que de Dios hemos recibido, el ejemplo que hemos de dar, para corredimir con Cristo, exige de nosotros −de vosotros y de mí− una labor realizada de un modo laical y secular: para hacer un trabajo eclesiástico −propio de eclesiásticos− ya están los sacerdotes y religiosos. Nuestra tarea no hemos de realizarla en las iglesias, sino en la entraña de la vida civil, en medio de la calle. De ahí nuestro deber de hacernos presentes, con el ejemplo, con la doctrina y con los brazos abiertos para todos, en todas las actividades de los hombres.

Veo con alegría a los seglares que se ponen al servicio de la Iglesia, para llevar, junto a los sacerdotes, una vida de trabajo en las distintas asociaciones piadosas de fieles. Pero el Señor a nosotros nos pide un apostolado capilar, de irradiación apostólica en todos los ambientes. No podemos tener una vida chata, mediocre, de compromiso. Con esto no quiero decir que los fieles que trabajan junto a los sacerdotes en labores eclesiásticas tengan la vida chata, porque de otro modo hacen también una gran tarea.

Nuestro trabajo se desarrolla, cada día, en medio de los centenares de personas con las cuales nos encontramos en contacto desde que nos despertamos por la mañana, hasta que se acaba la jornada: los parientes, la servidumbre, los colegas de trabajo, los clientes, los amigos. En cada uno de ellos hemos de reconocer a Cristo, hemos de ver en cada uno de ellos a Jesús como nuestro hermano; y así nos será más fácil prodigarnos en servicios, en atención, en cariño, en paz y en alegría.

Ese ideal nuestro, cuajado en obras, acercará muchas almas a la Iglesia, y muchos jóvenes, muchos hombres maduros, y muchas personas de edad, con generosidad y con valentía, vendrán también a unirse codo con codo con nosotros en el servicio de Dios en su Obra.

Notas
10

Cfr. Mt 13,33.

11

Rm 14,17.

Referencias a la Sagrada Escritura