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Trabajo secular y laical

Correspondiendo a la llamada que de Dios hemos recibido, el ejemplo que hemos de dar, para corredimir con Cristo, exige de nosotros −de vosotros y de mí− una labor realizada de un modo laical y secular: para hacer un trabajo eclesiástico −propio de eclesiásticos− ya están los sacerdotes y religiosos. Nuestra tarea no hemos de realizarla en las iglesias, sino en la entraña de la vida civil, en medio de la calle. De ahí nuestro deber de hacernos presentes, con el ejemplo, con la doctrina y con los brazos abiertos para todos, en todas las actividades de los hombres.

Veo con alegría a los seglares que se ponen al servicio de la Iglesia, para llevar, junto a los sacerdotes, una vida de trabajo en las distintas asociaciones piadosas de fieles. Pero el Señor a nosotros nos pide un apostolado capilar, de irradiación apostólica en todos los ambientes. No podemos tener una vida chata, mediocre, de compromiso. Con esto no quiero decir que los fieles que trabajan junto a los sacerdotes en labores eclesiásticas tengan la vida chata, porque de otro modo hacen también una gran tarea.

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