Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Forja» cuya materia es Apostolado → eficacia apostólica, frutos .

Hijo, por tus propias fuerzas, no puedes nada en el terreno sobrenatural; pero, siendo instrumento de Dios, ¡lo podrás todo!: «omnia possum in eo qui me confortat!» —¡todo lo puedo en Aquél que me conforta!, pues El quiere, por su bondad, utilizar instrumentos ineptos, como tú y como yo.

Ante la aparente esterilidad del apostolado, te asaltan las vanguardias de una oleada de desaliento, que tu fe rechaza con firmeza… —Pero te das cuenta de que necesitas más fe, humilde, viva y operativa.

Tú, que deseas la salud de las almas, grita como el padre de aquel muchacho enfermo, poseído por el diablo: «Domine, adiuva incredulitatem meam!» —¡Señor, ayuda mi incredulidad!

No lo dudes: se repetirá el milagro.

Dios Nuestro Señor, si perseveras en la oración con "perseverancia personal", te dará los medios que necesitas, para ser más eficaz y para extender su reinado en el mundo.

—Pero es necesario que permanezcas fiel: pide, pide, pide… ¿Piensas que te comportas así?

No te preocupes si tu labor ahora parece estéril. Cuando la siembra es de santidad, no se pierde; otros recogerán el fruto.

El espíritu de pobreza, de desprendimiento de los bienes terrenos, redunda en la eficacia del apostolado.

Es una caridad falsa la que perjudica la eficacia sobrenatural del apostolado.

Si eres fiel a los impulsos de la gracia, darás buenos frutos: frutos duraderos para la gloria de Dios.

—Ser santo entraña ser eficaz, aunque el santo no toque ni vea la eficacia.

«Qui sunt isti, qui ut nubes volant, et quasi columbæ ad fenestras suas?» —¿quiénes son ésos que vuelan como nubes, como las palomas hacia sus nidos?, pregunta el Profeta. Y comenta un autor: "las nubes traen su origen del mar y de los ríos, y después de una circulación o carrera más o menos larga, vuelven otra vez a su fuente".

Y te añado: así has de ser tú: nube que fecunde el mundo, haciéndole vivir vida de Cristo… Estas aguas divinas bañarán —empapándolas— las entrañas de la tierra; y, en lugar de ensuciarse, se filtrarán al atravesar tanta impureza, y manarán fuentes limpísimas, que luego serán arroyos y ríos inmensos para saciar la sed de la humanidad. —Después, retírate a tu Refugio, a tu Mar inmenso, a tu Dios, sabiendo que seguirán madurando más frutos, con el riego sobrenatural de tu apostolado, con la fecundidad de las aguas de Dios, que durarán hasta el fin de los tiempos.

A veces, se pierde el cincuenta por ciento de la actividad en luchas intestinas, que tienen por fundamento la ausencia de la caridad, y los cuentos y los chismes entre hermanos. De otra parte, un veinticinco por ciento de la actividad se pierde en levantar edificios innecesarios para el apostolado. No se ha de consentir jamás la murmuración y no se ha de perder el tiempo en edificar tantas casas, y así las personas serán apóstoles cien por cien.

«Dominus dabit benignitatem suam et terra nostra dabit fructum suum» —el Señor dará su bendición, y nuestra tierra producirá su fruto.

—Sí, esa bendición es el origen de todo buen fruto, el clima necesario para que en nuestro mundo podamos cultivar santos, hombres y mujeres de Dios.

«Dominus dabit benignitatem» —el Señor dará su bendición. —Pero, fíjate bien, a continuación señala que El espera nuestro fruto —el tuyo, el mío—, y no un fruto raquítico, desmedrado, porque no hayamos sabido entregarnos; lo espera abundante, porque nos colma de bendiciones.

Veías tu vocación como esas cápsulas que encierran la semilla. Ya llegará el momento de la expansión, y habrá arraigo múltiple y simultáneo.

En momentos de desorientación general, cuando clamas al Señor por ¡sus almas!, parece como si no te oyera, como si se hiciera sordo a tus llamadas. Incluso llegas a pensar que tu trabajo apostólico es vano.

—¡No te preocupes! Sigue trabajando con la misma alegría, con la misma vibración, con el mismo afán. —Déjame que insista: cuando se trabaja por Dios, ¡nada es infecundo!

Referencias a la Sagrada Escritura
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