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Imitar a Jesucristo. Diálogo de Dios con los hombres

Pero hoy y siempre hemos de estar dispuestos a convivir con todos, a dar a todos −con nuestro trato− la posibilidad de acercarse a Cristo Jesús. Hemos de sentirnos unidos a todos, sin distinciones, sin dividir a las almas en departamentos estancos, sin ponerles etiquetas, como si fueran mercancías o insectos disecados. No podemos separarnos de los demás, porque de lo contrario nuestra vida se haría miserable y egoísta.

Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por el lugar de origen, ni por la manera de hablar ni por el modo de vivir. Son ciudadanos como los demás24. Los cristianos −nosotros, hijas e hijos míos− hemos de imitar a Cristo, ser alter Christus, y Jesús Señor Nuestro tanto quiso a los hombres que se encarnó, tomó nuestra naturaleza y vivió treinta y tres años en la tierra, en contacto diario con pobres y ricos, con justos y pecadores, con jóvenes y viejos, con judíos y gentiles. ¿Queréis, pues, aprender de Cristo y tomar ejemplo de su vida? Abramos el Santo Evangelio, y escuchemos el diálogo de Dios con los hombres.

Notas
24

Ad Diognetum, 5, 1.5 (SC 33, p. 63).

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