Lista de puntos

Hay 9 puntos en «Surco» cuya materia es Vida interior  → santidad y virtudes.

Más consigue aquél que importuna más de cerca… Por eso, acércate a Dios: empéñate en ser santo.

Me gusta comparar la vida interior a un vestido, al traje de bodas de que habla el Evangelio. El tejido se compone de cada uno de los hábitos o prácticas de piedad que, como fibras, dan vigor a la tela. Y así como un traje con un desgarrón se desprecia, aunque el resto esté en buenas condiciones, si haces oración, si trabajas…, pero no eres penitente —o al revés—, tu vida interior no es —por decirlo así— cabal.

¡A ver cuándo te enteras de que tu único camino posible es buscar seriamente la santidad!

Decídete —no te ofendas— a tomar en serio a Dios. Esa ligereza tuya, si no la combates, puede acabar en una triste burla blasfema.

Unas veces dejas que salte tu mal carácter, que aflora, en más de una ocasión, con una dureza disparatada. Otras, no te ocupas en aderezar tu corazón y tu cabeza, con el fin de que sean aposento regalado para la Santísima Trinidad… Y siempre, acabas por quedarte un tanto lejos de Jesús, a quien conoces poco…

—Así, jamás tendrás vida interior.

«Iesus Christus, perfectus Deus, perfectus Homo» —Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre.

Muchos son los cristianos que siguen a Cristo, pasmados ante su divinidad, pero le olvidan como Hombre…, y fracasan en el ejercicio de las virtudes sobrenaturales —a pesar de todo el armatoste externo de piedad—, porque no hacen nada por adquirir las virtudes humanas.

Remedio para todo: ¡santidad personal! —Por eso, los santos han estado llenos de paz, de fortaleza, de alegría, de seguridad…

Hasta ahora no habías comprendido el mensaje que los cristianos traemos a los demás hombres: la escondida maravilla de la vida interior.

¡Qué mundo nuevo les estás poniendo delante!

¡Cuántas cosas nuevas has descubierto! —Sin embargo, a veces eres un ingenuo, y piensas que has visto todo, que estás ya enterado de todo… Luego, tocas con tus manos la riqueza única e insondable de los tesoros del Señor, que siempre te mostrará “cosas nuevas”, si tú respondes con amor y delicadeza: y entonces comprendes que estás al principio del camino, porque la santidad consiste en la identificación con Dios, con ese Dios nuestro, que es infinito, inagotable.

Con el Amor, más que con el estudio, se llega a comprender las “cosas de Dios”.

Por eso, has de trabajar, has de estudiar, has de aceptar la enfermedad, has de ser sobrio… ¡amando!

Referencias a la Sagrada Escritura