Lista de puntos

Hay 10 puntos en «Forja» cuya materia es Humildad → instrumentos en las manos de Dios.

La corrección fraterna, cuando debas hacerla, ha de estar llena de delicadeza —¡de caridad!— en la forma y en el fondo, pues en aquel momento eres instrumento de Dios.

Hijo, por tus propias fuerzas, no puedes nada en el terreno sobrenatural; pero, siendo instrumento de Dios, ¡lo podrás todo!: «omnia possum in eo qui me confortat!» —¡todo lo puedo en Aquél que me conforta!, pues El quiere, por su bondad, utilizar instrumentos ineptos, como tú y como yo.

Niño, pobre borrico: si, con Amor, el Señor ha limpiado tus negras espaldas, acostumbradas al estiércol, y te carga de aparejos de raso y sobre ellos pone joyas deslumbrantes, ¡pobre borrico!, no olvides que "puedes", por tu culpa, arrojar la hermosa carga por los suelos…, pero tú solo "no puedes" volvértela a cargar.

Ante el inmenso panorama de almas que nos espera, ante esa preciosa y tremenda responsabilidad, quizá se te ocurra pensar lo mismo que a veces pienso yo: ¿conmigo, toda esa labor?, ¿conmigo, que soy tan poca cosa?

—Hemos de abrir entonces el Evangelio, y contemplar cómo Jesús cura al ciego de nacimiento: con barro hecho de polvo de la tierra y de saliva. ¡Y ése es el colirio que da la luz a unos ojos ciegos!

Eso somos tú y yo. Con el conocimiento de nuestra flaqueza, de nuestro ningún valer, pero —con la gracia de Dios y nuestra buena voluntad— ¡somos colirio!, para iluminar, para prestar nuestra fortaleza a los demás y a nosotros mismos.

Le decía un alma apostólica: Jesús, Tú verás lo que haces…, yo no trabajo para mí…

Los hombres, cuando quieren realizar algún trabajo, procuran usar los medios apropiados.

Si yo hubiera vivido hace siglos, hubiese empleado una pluma de ave para escribir; ahora utilizo una pluma estilográfica.

Dios, en cambio, cuando desea llevar a cabo alguna obra, elige medios desproporcionados, para que se note —¡cuántas veces me lo habrás oído!— que la obra es suya.

Por eso, tú y yo, que conocemos el peso enorme de nuestras miserias, debemos decirle al Señor: aunque sea miserable, no dejo de comprender que soy instrumento divino en tus manos.

Te empeñas en ir a tu aire, y tu labor resulta estéril.

Obedece, sé dócil: pues lo mismo que es de necesidad poner cada rueda de una máquina en su lugar (de lo contrario, se para, o se deforman las piezas; y, sin duda, no produce o su rendimiento es muy escaso), así también un hombre o una mujer, sacados de su campo de acción, más bien serán un estorbo que un instrumento de apostolado.

Dice Jesús: "quien a vosotros oye a mí me oye".

—¿Crees todavía que son tus palabras las que convencen a los hombres?… Además, no olvides que el Espíritu Santo puede valerse para sus planes del instrumento más inepto.

Trabaja con humildad, es decir, cuenta primero con las bendiciones de Dios, que no te faltarán; después, con tus buenos deseos; con tus planes de trabajo; ¡y con tus dificultades!, sin olvidar que, entre estas dificultades, has de poner siempre tu falta de santidad.

—Serás buen instrumento, si cada día luchas para ser mejor.

Cuando pisotees de veras tu propio yo y vivas para los demás, entonces serás instrumento apto en las manos de Dios.

El ha llamado —llama— a sus discípulos, y les manda: «ut eatis!» —id a buscar a todos.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura