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Servir es imitar a Cristo

Queremos servir, nos sentimos honrados de hacerlo y estamos convencidos de que no podríamos imitar a Cristo, como es nuestro único deseo, si prescindiéramos de ese afán. El Señor, hijos míos, vino para eso a la tierra –filius hominis non venit ministrari, sed ministrare3; el hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir– y todo el que quiera seguirle no ha de pretender otra línea de conducta.

Os diré, con San Pablo, que habéis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo; el cual, teniendo la naturaleza de Dios, no fue por usurpación el ser igual a Dios; y no obstante, se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y reducido a la condición de hombre4.

Notas
3

Mt 20,28.

4

Flp 2,5-7.

Referencias a la Sagrada Escritura
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