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El Señor nos pide a todos una exquisita fidelidad a sus mandatos, y quiere que estemos preparados para cumplir ese deber: unusquisque proprium donum habet ex Deo, alius quidem sic, alius vero sic11; cada uno tiene de Dios su propio don, quien de una manera, quien de otra.

Por eso, porque hemos de servir, siempre os repito que para servir, es necesario servir. Para ser de utilidad al Cuerpo Místico, se precisa una recta conciencia, bien formada, que produzca frutos de buenas obras y sepa respetar la libertad de la conciencia ajena.

Necesitamos una rica vida interior, signo cierto de amistad con Dios y condición imprescindible para cualquier labor de almas; urge adquirir doctrina, y vivir de fe, para poder darla, y evitar así que las almas caigan en los errores de la ignorancia o en el pietismo, que desfigura con su devoción vana, sensiblera o supersticiosa, el rostro de la verdadera piedad.

Notas
11

1 Co 7,7.

Referencias a la Sagrada Escritura
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