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Un día −nos dice San Lucas en el capítulo XI− Jesús estaba orando. ¡Cómo sería la oración de Jesucristo! Los discípulos se encontraban cerca, quizá contemplándole, y cuando acabó le dijo uno de ellos: Domine, doce nos orare, sicut docuit et Ioannes discipulos suos25. Señor, enséñanos a orar, como enseñó también Juan a sus discípulos. Y Jesús les respondió: cuando os pongáis a orar, habéis de decir: Padre, sea santificado tu nombre…26.

Hijas e hijos míos, notad la maravilla: los discípulos tratan a Jesucristo y, como fruto de sus conversaciones, el Señor les dice cómo han de orar, y les enseña el gran portento de la misericordia divina: que somos hijos de Dios, y que podemos dirigirnos a Él, como un hijo habla a su padre.

Trato con Dios, y trato también con los hombres: bastarán algunas escenas del Evangelio, entre tantas otras, para que comprendáis todavía mejor la hondura divina de nuestro apostolado de amistad y de confidencia.

Notas
25

Lc 11,1.

26

Lc 11,2.

Referencias a la Sagrada Escritura
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