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Sin embargo, en el mundo de hoy, con esas trapisondas y esos revuelos –con esa falsía, os he dicho antes–, hay muchas gentes que, cuando oyen hablar de servicio, se asustan: porque están llenas de soberbia, y no consideran que en el mundo nos servimos unos a otros; no hay nadie en la tierra que, de alguna manera, no tenga que servir a los demás, porque dependemos de los que viven en nuestro país, de los que están próximos y de los que están lejanos, de los que habitan en otras naciones: de todos.

Servimos a los demás, queramos o no queramos, y nosotros hemos de hacerlo gustosamente, con la alegría que el Señor ha puesto en nuestro espíritu: servite Domino in laetitia12, servid al Señor gozosamente.

Notas
12

Sal 100[99],2.

Referencias a la Sagrada Escritura
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