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No dejéis de encomendar asiduamente al Prelado diocesano, como os he enseñado a hacer desde el principio; y tratadle con la cortesía que corresponde al tono sobrenatural y humano de la Obra. También en este punto nos diferenciamos de los religiosos, que lógicamente han de tener con los obispos una relación distinta –aunque sea también muy delicada–, porque es diferente su modo de trabajar, y porque tienen otra mentalidad, otra formación, otro espíritu, puesto que toda su tarea es eclesiástica, y se desarrolla con esquemas muy diversos, de acuerdo con el concepto de estado de perfección, que los diferencia de los demás fieles: y, por lo tanto, de nosotros.

Cuando los Revmos. Ordinarios nos lo han pedido, hemos colaborado –y seguiremos colaborando– directamente en los apostolados promovidos por la diócesis, aunque con frecuencia cumplir esos deseos ha supuesto por nuestra parte un sacrificio no pequeño, personal e incluso económico.

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