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Es el semillero de vocaciones para la Obra

La obra de San Rafael es el semillero del Opus Dei. Es el medio ordinario, con que cuenta la gracia de Dios –y descuidarlo sería tentar al Señor, obligarle a conceder gracias extraordinarias–, para preparar las futuras vocaciones.

Es lógico que sea así, puesto que la intensa formación espiritual y humana que reciben los chicos, de edad suficiente para ser plenamente conscientes de lo que la vida del cristiano supone –sin salir de su ambiente habitual en medio del mundo–, les coloca en condiciones de recibir la llamada divina a la Obra y de ser, desde el momento en que piden la Admisión, instrumentos eficaces bajo la guía de sus Directores.

Hay indudablemente una unión muy estrecha de los chicos de San Rafael con la Obra. De hecho, forman parte de esta familia sobrenatural, que es el Opus Dei: voluntariamente quieren recibir su calor, adquirir al menos su espíritu básico propio, y colaborar en la tarea espiritual con los socios que integran la Obra.

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