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Con espíritu de sacrificio, dedicarán los sacerdotes muchas horas a atender a los que frecuentan nuestras casas, a los amigos que les lleven sus hermanos y los mismos chicos de San Rafael: todos irán gustosamente al sacerdote, para abrir con sencillez el corazón y recibir de sus manos la gracia.

También aquí insisto una vez más en que respetaremos siempre la libertad de los chicos, para acudir a cualquier sacerdote –al que quieran– para recibir dirección espiritual. Nosotros les ofreceremos los de la Obra, en armonía con los otros medios de formación que reciban, pero no les impondremos nada.

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