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La catequesis. Las visitas a los pobres de la Virgen

Me da mucha alegría, hijas e hijos queridísimos, toda esa tarea de catequesis que realizáis, como parte de la obra de San Rafael. Fue esta la primera manifestación apostólica del Opus Dei, y es lógico que sea así, porque todos nuestros apostolados son medio para dar doctrina: son catequesis. Hemos de catequizar a todas las gentes. Os suelo decir que el catecismo es para que lo aprendan los niños y lo practiquen los niños y los mayores.

Para hacer esta labor, hemos ido a los barrios pobres, dando preferencia a los más necesitados, ofreciendo a los párrocos este servicio en favor de las almas que tienen encomendadas. Estos sacerdotes comienzan a entender nuestro espíritu y toman cariño a la Obra, al ver el celo con que vosotros y los chicos de San Rafael hacéis este apostolado, disponiendo a los niños para recibir la primera comunión y explicando también el catecismo a los adultos.

Sin embargo, antes de invitar a los chicos de San Rafael a dirigir esas clases, es preciso prepararlos bien: que conozcan la doctrina que han de enseñar –con la suficiente amplitud y profundidad– y que tengan un mínimo de formación pedagógica, es decir, que estén en condiciones para esta labor de catequesis. Es una preparación –adecuada, en cada caso, a la condición de las personas: niños o adultos, etc.– que no puede nunca darse por supuesta, y que en muchos casos los chicos de San Rafael tendrán que adquirir a vuestro lado.

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