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Tened en cuenta que la Obra no es una cosa trasplantada. El trasplante hay que hacerlo solamente en dosis homeopáticas, porque el Opus Dei es una realidad teológica, apostólica, y después jurídica, que ha de nacer en cada país –sea de la raza que sea, del continente que sea–, en la propia carne de las gentes de aquella raza y de aquel continente. Si nosotros tenemos buen espíritu, la Obra enraizará siempre, de modo que parecerá natural, y será enteramente sobrenatural la Obra de Dios.

Cuando os escribo, me sucede que muchas veces recuerdo aquellas palabras de San Pablo a los de Éfeso –porque sé bien de qué barro estoy hecho, porque conozco hasta dónde puedo llegar en el mal, si Dios me deja–: mihi omnium sanctorum minimo data est gratia haec, in gentibus evangelizare investigabiles divitias Christi, et illuminare omnes24; a mí, que soy el último de todos, me ha dado Dios esta gracia: ilustrar a los hijos míos, descubriéndoles los modos admirables de la sabiduría y de la gracia del Señor.

Y añado, con toda la humillación de mi falta de correspondencia, en el fondo de este corazón mío: huius rei gratia flecto genua mea ad Patrem Domini nostri Iesu Christi, ex quo omnis paternitas in caelis et in terra nominatur25; por este motivo doblo mis rodillas ante el Padre de mi Señor Jesucristo, del cual viene toda paternidad en el cielo y en la tierra. Sois hijos de Dios: aunque a mí me llaméis Padre, bien sabéis que no soy nada: polvo de la tierra.

Notas
24

Ef 3,8.

25

Ef 3,14.

Referencias a la Sagrada Escritura
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