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Las posibles iniciativas son innumerables: hay una amplia libertad

Son innumerables, en su diversidad, las labores que pueden organizarse en y desde nuestras casas. Ya lo habéis visto en estos años, hijas e hijos míos, y lo veréis aún mejor en el futuro, al extenderse nuestro apostolado –con la gracia de Dios– por toda la tierra.

No he querido nunca ataros, sino que, por el contrario, he procurado que obréis con una gran libertad. En vuestra acción apostólica habéis de tener iniciativa, dentro del margen amplísimo que señala nuestro espíritu, para encontrar –en cada lugar, en cada ambiente y en cada tiempo– las actividades que mejor se acomoden a las circunstancias de los jóvenes que se tratan.

Para estudiantes universitarios, tertulias culturales; para otras personas no intelectuales, un club deportivo; para jóvenes campesinos, clases prácticas de agricultura; etc., etc. Son variadísimas las posibilidades, pero tienen siempre un rasgo común: son labores laicales, seculares, propias de nuestro modo apostólico específico; y no son jamás actividades eclesiásticas, ni labores oficiales de la Iglesia.

Procuramos facilitar medios que sean formativos, que sean del gusto de la gente, a la que van dirigidos, y que sirvan para conocer a esas personas, para tratarlas y para acercarlas al calor de nuestro espíritu y a la luz de la doctrina de Jesucristo. Es precisamente este conjunto de actividades lo que da a la obra de San Rafael una perfecta adaptabilidad en cualquier circunstancia. Nuestra labor con la juventud –podemos decir– es un traje hecho a la medida de cada tiempo y de cada lugar.

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