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No hay inconveniente en constituir grupos de trabajo durante el verano, pagando lo necesario a quienes lo necesiten, porque otros se ofrecerán gratuitamente. Con esto podremos lograr algunas veces tener un instrumento material más de apostolado –una pequeña casa, un refugio, etc.–, y además realizar labores de índole benéfica construyendo, por ejemplo, viviendas en el campo o en la ciudad, para necesitados; haciendo tareas concretas en hospitales o escuelas, etc.; o un instrumento cultural –excavaciones, labores de investigación– dirigidas por algunos amigos, por ejemplo, donde puedan participar los chicos de San Rafael.

Siempre encontraremos la fórmula oportuna. Otra tarea, por ejemplo, que puede servir de medio para la obra de San Rafael –no os parezca una tontería– es recoger y restaurar muebles, trastos viejos, que desinfectados y rehechos con arte nos ahorrarán dinero, a la hora de montar una nueva casa.

No se debe descuidar, en cada país, el apostolado con estudiantes extranjeros, que es una manifestación más de la universalidad de nuestro espíritu. Hemos de dirigirnos a todos, a católicos y a no católicos, sin discriminación de raza o de lengua.

Muchos llegarán a tener cariño a la Obra, y algunos recibirán la gracia de la conversión, y aun la de la vocación: y así, abriréis a la vez camino para que nuestro apostolado se extienda a otras tierras.

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