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Vengo hablando de selección y, aun cuando toco otra vez el punto en esta misma carta, para quitaros posibles escrúpulos y daros una conciencia recta, os digo que desear ser selecto no es soberbia, no es arrogancia querer ser mejores.
Por el contrario, es una virtud grata a Dios: puesto que conocemos el mal material de que estamos hechos y, para ser mejores, habremos de apoyarnos siempre en la misericordia y en la gracia del Señor, y repetir aquellas palabras de San Pablo: omnia possum in eo qui me confortat21.
Tenemos, por tanto, obligación de formar esas almas, de una manera que les ayude a ser buenos católicos, rectificando su conducta, inculcándoles la necesidad de la vida interior, y poniendo en su conciencia el convencimiento de que el trabajo de cada día es el medio más apto para conseguir la perfección cristiana, y para hacer el bien a las almas todas.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/cartas-2/130/ (06/05/2024)