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Necesidades económicas de todas las casas

Es de justicia –ya os lo he dicho– que los chicos sientan la responsabilidad de ayudar económicamente, en la medida de sus posibilidades, al sostenimiento de la casa que frecuentan, que es el instrumento que permite hacer esa labor formativa, de la que ellos son los primeros beneficiados, que constituye para nosotros un esfuerzo notable.

Y resulta pedagógico, muchas veces, hacer que precisamente los muchachos más díscolos y revoltosos se ocupen de lograr esa ayuda económica o de otros encargos precisos: esas pequeñas obligaciones suelen darles sentido de disciplina, y responden cambiando con notable mejora su carácter, demostrando que merecen la confianza que se les da.

Somos pobres y lo seremos siempre, hijas e hijos queridísimos. Os he dicho otras veces que nuestras casas dedicadas a trabajar con jóvenes nacen con un defecto original, que consiste en la carencia de medios económicos, junto con la necesidad de que haya un oratorio digno, una Administración dispuesta de manera que pueda funcionar, y de emplear locales para una labor que no es económicamente rentable: la de San Rafael.

Por eso nos hace falta la ayuda, porque solos no llegamos. Y los chicos responden, contribuyendo en las colectas tradicionales que se hacen entre ellos; o dejando discretamente una limosna, fruto de su espíritu de sacrificio, y de otros mil modos distintos.

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