8

Haréis, pues, el proselitismo de modo especial con los chicos de San Rafael, que serán el objeto predilecto de vuestros desvelos y de vuestro celo, que pido al Señor que aumente en todos de día en día: porque de este modo, con mirada sobrenatural, vuestro afán apostólico agrandará su extensión sin perder intensidad, sirviéndoos –como instrumento– de esas mismas almas que formáis.

Os recuerdo ahora aquellas palabras de San Agustín: que vuestra fe lo vea todo en relación a Dios; amad a Dios sobre todo, elevaos hacia Dios, y, a cuantos podáis, arrastradlos hacia Dios. Al hijo, a la esposa, al esclavo, arrebatadlos hacia Dios. Si es un forastero, atraedle hacia Dios. Al enemigo empujadle hacia Dios. Arrastradle, arrastradle hacia Dios; que, si hacia Dios lo lleváis, ya no será enemigo vuestro5.

No olvidéis lo que enseña Casiano: tres, dice, son las clases de vocación… Para exponer con especial distinción esas clases de vocación, diremos que la primera viene de Dios, la segunda a través de un hombre, la tercera por necesidad… La segunda clase de vocación, como hemos dicho, se realiza por medio de un hombre: cuando mediante el ejemplo o la exhortación de algunos santos, nos encendemos en el deseo de la salvación6.

Notas
5

S. Agustín de Hipona, Sermo 90, 10 (OCSA 10, p. 592).

6

Casiano, Collationes, III, 3-4 (CSEL 13, pp. 69-70).

Este punto en otro idioma