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Los pobres de la Virgen. También comenzó esta delicadeza de caridad muy pronto, con los primeros pasos de la Obra. Declina pauperi sine tristitia aurem tuam…, et responde illi pacifica in mansuetudine31; escucha gustosamente al pobre… y háblale siempre con mansedumbre y con palabras de paz.

Esas visitas llenas de afecto, oyéndoles con cariño, llevándoles unas palabras amables –cristianas, fraternales– y alguna pequeña cosa de las que de ordinario no gozan, es una finura de caridad espiritual, que además hace mucho bien a nuestros chicos de San Rafael.

Este contacto con la miseria o con la humana debilidad es una ocasión de la que suele valerse el Señor, para encender en un alma quién sabe qué deseos de generosas y divinas aventuras. A la vez, sensibiliza a los más jóvenes, para que tengan siempre entrañas de justicia y de caridad.

Con estas sencillas visitas no vamos a resolver ningún problema social. Explicadlo así a los chicos: se trata de llevar un pequeño regalo extraordinario que conforte a un pobre, a un enfermo, a alguno que está solo; hacer que pase un rato agradable, prestarle quizá algún pequeño servicio, y nada más.

Lo entenderán enseguida, si van teniendo vida interior; y si además saben que hacemos esto también para honrar a Nuestra Señora: Ella es madre, Madre de Dios y nuestra Madre, y conoce lo que unos corazones jóvenes quieren significar con estos mínimos actos de amor a sus hermanos necesitados.

Notas
31

Si 4,8.

Referencias a la Sagrada Escritura
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