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El obstáculo del fracaso

Otras veces os encontraréis con las manos vacías. Será el momento de volver a empezar, de oír como Simón Pedro el mandato de Cristo que se escucha de nuevo: guía mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Replicole Simón: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; no obstante, sobre tu palabra, echaré la red. Y, habiéndolo hecho, recogieron tan grande cantidad de peces, que la red se rompía. Por lo que hicieron señas a los compañeros de la otra barca, para que viniesen y les ayudasen. Vinieron, y llenaron de tal modo las dos barcas, que poco faltó para que se hundiesen. Viendo esto Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador65.

Recordando la miseria de que estamos hechos, teniendo presentes los fracasos que causó nuestra soberbia, ante la majestad de ese Dios −de Cristo pescador− hemos de decir lo mismo que Pedro: Señor, yo soy un pobre pecador. Y entonces −ahora a vosotros y a mí, como entonces al Apóstol− Jesucristo nos repite lo que también nos dijo cuando nos metió en su red, al llamarnos: ex hoc iam homines eris capiens66; desde ahora serás pescador de hombres: con mandato divino, con misión divina, con eficacia divina.

Materias
Notas
65

Lc 5,4-8.

66

Lc 5,10.

Referencias a la Sagrada Escritura
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