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Acababa el Señor de curar a los mudos, a los ciegos, a los cojos, a los enfermos, a muchos otros que se presentaban a Él; y oíd lo que dice: me da compasión esta multitud, porque ya hace tres días que persevera conmigo, y no tiene qué comer114. El corazón de Jesucristo está lleno de amor, y se compadece de aquella gente que le sigue ¡por tres días!

Tened en cuenta, además, que algunos de aquellos hombres seguían al Señor como se va detrás de un curandero, o de un poderoso de la tierra para obtener sus favores, o −no faltan pruebas, en la Escritura Santa, de esta intención− ut caperent eum in sermone115, para coger una palabra suya y retorcerla. Si para esos que eran así, por tres días de perseverancia, hace Jesús el gran milagro de la multiplicación de los panes, pensad qué no hará por nosotros. En los momentos de apuro, al sentir vuestra indigencia, acudid confiadamente al Señor, abandonaos en sus manos y decidle que llevamos más de tres días siguiéndole con amor y con sacrificio.

Notas
114

Mt 15,32.

115

Lc 20,20.

Referencias a la Sagrada Escritura
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